Todos los chicos y chicas

Todos los chicos y chicas

La canción precursora del lenguaje inclusivo que los políticos han adoptado en sus mítines: "Los trescientos mil granadinos y granadinas..." (es decir: 600.000 habitantes. No me había enterado de que la ciudad ha doblado su población...), Todos los chicos y chicas (Tous les garçons et les filles), de la francesa Françoise Hardy,  merecería un reconocimiento en este campo de la inclusión, aunque solo sea por la formulación de su título, puesto que en realidad la canción es una reflexión lánguida sobre el amor juvenil, la soledad y la dificultad de entablar relaciones en la complicada edad adolescente. 
Con el calendario acelerando hacia el día 40 de la cuarentena y llegado el sexto domingo de reclusión, que posibilita el recuento por semanas, esta jornada dominical lleva a este cancionero analítico a reflexionar en torno al hecho generacional: cómo habríamos afrontado el 'arresto' si en lugar de decretarse con tantos trienios consumidos nos sorprende en los años juveniles o de adolescencia. Empecemos por reconocer que no son lo mismo los 18 años en los 70 que en este segundo decenio del siglo XXI de ordenadores y táblet, que favorecen la comunicación sin necesidad de la presencia. Tampoco es igual la explosión vital del mes de abril, en aquella época en que todavía había cuatro estaciones al año, que ahora, en que el cambio climático nos retiene en una primavera perpetua que prolonga el verano hasta las vísperas de noviembre y son contados los días de frío-frío como aquel de los sabañones, palabra hoy en desuso cuyo significado difícilmente conoce cualquiera que esté por debajo de los 50. Pero, en cualquier caso, contener el impulso de tirarse a la calle y mantener la pulsión de la pandilla y el encuentro de domingo o en las horas libres que deja (dejaba) el día (ahora son todas), un hecho imposible a fecha de hoy debido al confinamiento, contener ese impulso -digo- tiene que ser más difícil para los de 18 años que para los de la Tercera Edad... Dicho con permiso de María Valverde y el Manifiesto de la Universidad de Granada: 'Más intergeneracionalismo y menos edadismo'. 
Tous les garçons et les filles es una canción de espera con cierto toque de desesperanza por un amor que ve compartido en "todos los chicos y chicas / que pasan unidos / van de dos en dos" y que se le resiste a nuestra cantante, Françoise Hardy, que en el momento en que grabó esta canción, en el otoño de 1962, tenía 18 años. La versión original expresa más sentimentalismo y cadencia ("Tous les garçons et les filles / de mon âge / se promenent dans le rue / deux par deux"), suena mejor que la traducida al español por los inevitables Mustang, así como el Dúo Rúbam, dos empleados que por fidelidad a su empresa trasladaron a su nombre artístico el acrónimo del banco que les daba empleo: Banco Rural y Mediterráneo, 'ru' de rural y 'ban' de banco, sustituyendo la 'n' final por la 'm' de Mediterráneo. Eran de Barcelona, como el Dúo Dinámico, al que trataron de dar réplica con tan notable conjunción de voces como Manolo y Ramón, pero a diferencia de éstos, se limitaron a versionar éxitos extranjeros que no alcanzaron la categoría y calidad creativa de Arcusa y De la Calva.
Juraría que la Hardy grabó también en español su composición, pero no he encontrado  en youtube referencia de esa versión traducida por la francesa al castellano, de la que sí existen en inglés, italiano y alemán, como muestra de la repercusión internacional inmediata que alcanzó la cantante de voz lánguida y mirar discreto a los chicos y chicas que pasean unidos de dos en dos "savent bien ce que c'est d'être heureux" ("saben bien lo que es ser feliz"). Hardy ve a esos chicos con "les yeux dans les yeux / et la main dans la main, / ils s'en vont amoureux / sans peur du lendemain" ("la mirada en la mirada / y la mano en la mano, / ellos van enamorados / sin miedo al mañana"), mientras "je vais seule par les rues, / l'âme en peine / car personne ne m'aime"  ("yo voy sola por las calles, / con el alma en pena / porque nadie me ama"). La cantante declara que "mis días son iguales que mis noches, / sin alegría y llenos de tristeza / porque nadie me dice 'te amo' / al oído", aunque concluye autointerrogándose si "¿conoceré pronto el amor, / como los chicos y chicas de mi edad" y se pregunta "cuándo llegará el día /  en el que mis ojos en sus ojos / y mi mano en su mano / tendré el corazón feliz, / sin miedo al mañana, / el día en que no volveré / a tener el alma apenada, / el día en que también tendré / a alguien que me ame". 
Françoise Hardy conoció pronto el amor, apenas un año después, aunque la relación con el fotógrafo Jean-Marie Périer se rompió en 1967, seguido del matrimonio posterior con el cantante y actor Jacques Dutronc, en 1981, con el que convivía desde trece años atrás y pareja que aún permanece. Como ejemplo de que no hay que desesperar. Y mucho menos, a los 18 años... Todo llega en esta vida.
 

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