La deuda histórica de las conexiones energéticas
Las claves de ‘El cuco’
La serie del momento en Netflix es El cuco de cristal, basada en la novela de Javier Castillo, lo que es una base para que este afectado thriller maniobre mejor en un relato con apariencia de rompecabezas y que la ficción se empeña en esclarecer en sus continuos flashbacks, subrayando los años. Ese ir y venir agota de más al espectador porque llega a ser prescindible.
Con la localidad cacereña de Hervás y los atacados bosques del Ambroz como magníficos escenarios, la historia se superpone en varios tiempos y algunos de los intérpretes como Itziar Ituño, viuda de un guardia civil desaparecido, e Iván Massagué, compañero del agente, se avejentan de forma creíble.
La historia dirigida por la sevillana Laura Alvea y Juan Miguel Castillo está resuelta con tino en lo formal, en esos parajes bucólicos que se disfrazan de amenazante invisibilidad, y en lo narrativo, con seis capítulos que van desembocando en intrigas que parecen inconexas.
Los caminos confluyen aunque por momentos la historia de arranque, la sanitaria protagonista (Clara, Catalina Sopelana) que se ve impulsada por la donación recibida de un corazón, parece forzada. También hay interpretaciones sobreactuadas entre los malvados lo que destapa tempraneramente las sospechas. También se antojan excesivos los folclorismos que plasma la historia, más escandinavos que de apariencia castiza.
Álex García, siempre efectivo, lleva el peso en su primera parte, con ciertos equívocos. A ratos, previsible; en otros, reiterativa y subrayada.
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