Este año la adjudicación de las 8.188 plazas MIR, se salda con 218 puestos vacantes que no se han cubierto y que corresponden fundamentalmente a plazas de Medicina Familiar y Comunitaria; es decir una de cada diez plazas MIR de esta especialidad han quedado sin cubrir. Este hecho se repite, ya que en 2020, quedaron 190 desiertas. A estas hay que sumarles otras cuyos propietarios no se incorporarán cuando se inicie el periodo de formación por haber cambiado de opinión en el último momento y las que abandonarán tras el primer y segundo año de residencia. Renuncias que se concentran fundamentalmente en áreas rurales.

Las alarmas rápidamente se han encendido en nuestro maltrecho y castigado sistema sanitario, cuando la base de este (como de cualquier otro sistema de salud) que es la Atención Primaria, no genera interés entre los recién graduados. Muchos de los aspirantes culpan al sistema de selección telemático de las plazas MIR instaurado por el Ministerio de Sanidad. Este, según ellos/as, perjudica la asignación de plazas de Medicina Familiar y Comunitaria porque, al tratarse de la especialidad con más plazas ofertadas, suele ser la que más tarda en cubrirse y la que más plazas cubre en los últimos días de asignación, con el consiguiente probable desinterés y falta de vocación de quien la elige.

Pero a nadie se le escapa, que la situación de precariedad que sufre en el momento actual la Atención Primaria de Salud, con largas jornadas de trabajo en las que apenas pueden dedicar cinco minutos a la atención de cada paciente, excesiva carga administrativa, ausencia de cobertura de bajas médicas y de jubilaciones de estos profesionales y por último, la sobresaturación de sus consultas a raíz de la pandemia que padecemos, puede ser también causa importante de esta preocupante noticia. A ello se une la escasez de profesionales médicos en nuestro país, aunque paradójicamente exportamos estos a otros países europeos como ya se comentó.

La receta para no tener que cerrar consultorios, está sin duda en mejorar las condiciones laborales de nuestros médicos de familia, promocionar esta especialidad en las facultades de Medicina, dando visibilidad a la labor que realizan los médicos de familia incidiendo en la importancia de este nivel asistencial e incentivar económica y profesionalmente las plazas de difícil cobertura. Y además recuperar la consideración social y la figura del médico de cabecera como responsable central de la salud de los ciudadanos.

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