Algeciras

Apoyemos a nuestras fuerzas de seguridad y a la justicia para que caiga el peso de la ley sobre el asesino

El vil asesinato de Diego Valencia, sacristán de la Iglesia Mayor Parroquial de Nuestra Señora de la Palma de Algeciras es un hecho que merece el maximo reproche y que nos ha llenado de dolor e indignación.

El acusado de este asesinato es un ciudadano marroquí que, al parecer, gritó unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra Allah.

Las investigaciones tratan de esclarecer si este asesinato puede considerarse como un acto de terrorismo yihadista organizado, así como las eventuales conexiones del acusado para saber si es una acto propio de un lobo solitario, si es organizado o si es fruto de un perturbado.

Merece la pena señalar la acertada valoración de la cúpula de la Iglesia Católica llamando a evitar culpabilizar a una religión y a un colectivo de este vil asesinato. Evitar que florezca el odio entre religiones y colectivos sociales es de vital importancia.

La convivencia en paz es un valor supremo que debemos cuidar como uno de los elementos esenciales para cualquier sociedad avanzada. Y Algeciras, como sucede en el resto de España, es una sociedad ejemplar por si tolerancia y su capacidad de convivencia. Eso no debemos perderlo de vista.

En este contexto, cabe esperar el avance de las investigaciones policiales que seguramente arrojarán luz sobre todos los extremos que han concurrido en relación a este asesinato y que, con toda seguridad, servirán para continuar mejorando el trabajo de las fuerza de seguridad en la prevención y en la lucha frente a este tipo de actos.

Nada más lejos de la realidad la interpretación que hacen algunos desde una visión extremista de que este tipo de sucesos tan lamentables y reprochables son consecuencia de abrir las puertas a la inmigración ilegal descontrolada. La sociedad es suficientemente consciente de la importancia de mantener y reforzar los valores de convivencia y no estigmatizar ni a una determinada religión, ni a ningún colectivo social.

Apoyemos a nuestras fuerzas de seguridad en todo su trabajo y a la justicia para que caiga el peso de la ley sobre el asesino. Pero sobre todo, enviemos nuestra solidaridad y afecto a la familia de Diego Valencia.

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