L O que en 1926 fue todo un acontecimiento, hoy pasa desapercibido. Lo que debería ser motivo de fiesta, no tiene eco alguno en la ciudad, menos aún en los medios, ocupados, parece, en consideraciones de más relevancia, por ejemplo, la petición de Vox al Ayuntamiento para que proteja el Parque García Lorca del vandalismo, pero sin referencia alguna a si sujetarán o no a sus cachorros, esos que vienen pintando cruces gamadas en los muros. El lunes 22 de noviembre, hace cuatro días, el Ateneo de Granada inauguraba por fin sede. Más de una década, desde su creación en 2009, rogando a los diferentes consistorios que han regido la ciudad por la cesión de un lugar. Parecía imposible transferir un espacio a la cultura, al debate político y social, a la poesía, para, en definitiva, enriquecer el patrimonio cultural de una ciudad que postula por ser ejemplo en el mundo. No ha sido hasta el año pasado, con el consistorio anterior, y gracias al tesón de la Junta Directiva del Ateneo que se ha conseguido ese espacio punto de encuentro para la cultura.

El 13 de febrero de 1926 iniciaba el Ateneo Científico, Literario y Artístico, al año de la creación, su andadura en la calle Valera, y sería Federico García Lorca con la conferencia 'La imagen poética de don Luis de Góngora' el encargado de cortar la cinta de una institución que bajo la tutela de don Fernando de los Ríos viviría hasta la llegada del golpe de estado de julio de 1936, año en el que no sólo desaparece, como desaparece todo aquello que ose difundir un discurso plural, sino que los nuevos próceres locales, militares y civiles, arrasarán con saña la sede que para entonces estaba en el primer piso del edificio del teatro Cervantes. No dejaron ni el más mínimo documento, nada que pudiese dar testimonio de su actividad, querían eliminarlo de la faz de la historia, como tantas cosas. Parece que aquel encono contra el Ateneo arraigó con fuerza, de otro modo no se entiende la reticencia por parte de consistorios a priori de muy diversa índole para ceder un sitio, teniendo en cuenta que la ciudad está llena de edificios, que se caen por el desuso, propiedad del Ayuntamiento, lo que significa que son propiedad de los granadinos, a quienes nos tocará pagar ese deterioro, cuando no su demolición, al pretender darles un uso. Casi un siglo después, otro poeta granadino, Antonio Jiménez Millán inauguró este nuevo espacio en la calle Martín Bohórquez, 30, acompañado por el catedrático de la Universidad de Cádiz, José Jurado Morales presentando el libro Conciencia y memoria. La poesía de Antonio Jiménez Millán. Ahora sólo cabe esperar que la ciudad tome como suya esta dirección, lugar de encuentro social, político, cultural, donde el diálogo y el encuentro sean factibles.

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