Ante el anuncio del Gobierno del objetivo estratégico de eliminar los vehículos de combustibles fósiles para el año 2040, medida ineludible de la agenda europea en su lucha contra el cambio climático, los fabricantes de coches y los sindicatos han puesto el grito en el cielo señalando las graves repercusiones para sus fábricas, fundamentales en la economía de nuestro país, y la más grave repercusión aún que tendría en la pérdida de puestos de trabajo.

Algo parecido ocurrió cuando algún ingenuo planteó en su momento la necesidad de controlar el crecimiento inmobiliario en las costas antes de que las urbanizaciones turísticas destrozaran todo el litoral; los empresarios del sector y los sindicatos también pusieron el grito en el cielo y el decreto de protección del litoral de la Junta de Andalucía quedó derogado de la noche a la mañana. Hoy no hay un metro cuadrado en la costa que no esté urbanizado y las tasas de paro siguen siendo alarmantes.

Pudo ser el mismo ingenuo el que planteó que la venta de armas a Arabia Saudí era una inmoralidad, pero la patronal y los sindicatos, y algún alcalde de Podemos, también pusieron el grito en el cielo. Consecuentemente, los niños yemeníes mueren con bombas españolas, aunque las tasas de paro siguen siendo alarmantes en la Bahía de Cádiz.

Hay también muchos ingenuos que plantean que hay que poner coto a la salvaje y depredadora explotación turística de las ciudades y también, contra semejante provocación, la patronal del sector, los sindicatos y los políticos del asunto reaccionaron con un oportuno decreto de la Junta de Andalucía que convirtió en legal todo lo que era ilegal, justificando el desatino destructivo en la actividad económica que generaba. Hoy, siguen coincidiendo los territorios de más altas tasas de paro, como en Granada, con los de mayor negocio turístico.

Parece, en fin, que todo lo que en España produce riqueza es ilegal, es inmoral o engorda y que hasta ahora nadie se ha parado a reflexionar sobre un modelo en el que todas las actividades que pueden poner en peligro el futuro están justificadas por una hipotética creación de empleo que siempre es mentira.

Vistas las cosas desde esta perspectiva, no entiendo por qué se prohíbe y persigue el cultivo de marihuana. Cierto que es ilegal o inmoral, según se mire, pero más inmoral es vender armas a Arabia Saudí o convertir la destrucción de nuestras ciudades en un negocio y seguro que la grifa genera más empleo.

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