Hemos conocido los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística que reflejan que cada vez nacen menos niños en España; la tendencia descendente de la natalidad (agudizada durante la pandemia), se mantiene. Esto es así hasta el punto que los datos del primer semestre de 2022 es el que menos nacimientos ha registrado desde que se tienen datos a partir de 1941.

Muchas son las razones que explican esta situación que se puede considerar preocupante desde el punto de vista demográfico en lo que se refiere a la sostenibilidad futura del Estado de Bienestar tal como hoy lo consideramos; especialmente relevantes pueden ser las consecuencias en relación a la sostenibilidad del sistema de pensiones.

Tener hijos es hoy un asunto al que los jóvenes se enfrentan con diversas incertidumbres y preocupaciones. La realidad es que desde el punto de vista del empleo y los salarios, un porcentaje importante de la población joven tiene dificultad para acceder a trabajos estables y remunerados en cuantías suficientes para llegar con holgura a final de mes.

Dicho de otra forma, lo más frecuente es tener empleos con salarios que hacen real la afirmación de que "ni trabajando se llega a fin de mes" en la cobertura de necesidades básicas. Y a todo esto, hay que sumar la dificultad para acceder al empleo por parte de la población joven ya que en torno al 30% de los jóvenes menores de 25 años están en situación de desempleo y con bajas expectativas de encontrar empleo en el corto plazo.

En este contexto, el acceso a la vivienda es un problema que se ve agravado además por el alto precio de la misma. Ni en alquiler ni en propiedad es fácil acceder a una vivienda digna con la situación laboral y económica que hemos señalado en relación al empleo en la población joven. La vivienda se convierte así en otro inconveniente serio para la natalidad.

No hay que olvidar que, además, la difícil conciliación de la vida laboral y familiar junto a los horarios escolares, condicionan en muchos casos la necesidad de disponer de apoyo en el hogar para poder asegurar que la escolarización se pueda gestionar sin dificultades. El coste económico de esta conciliación o el coste en términos de apoyo familiar cuando ello es posible, es un coste que se convierte en otro inconveniente para la natalidad.

Todas estas cuestiones son difíciles de resolver y condicionan un comportamiento en relación a la idea de tener hijos con el que seguramente viviremos mucho tiempo.

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