Benjamín y superglú

El equipo de Gobierno, ocupado con enredos de palacio, ha repartido su inoperancia entre todas las áreas.

El municipio de El Valle, con unos mil habitantes, incluye los pueblos de Melegís, Restábal y Saleres. Su alcalde, Benjamín Ortega (Vecinos por el Valle), cederá su puesto el próximo día 19 a Sandra García (PP) en virtud de un acuerdo que reparte la alcaldía a razón de dos años para cada partido. Ignoro si Ortega ha sido un buen gestor y no puedo saber cómo lo hará García. Pero el electorado de El Valle tendrá que reconocerle a Benjamín, al menos, que ha cumplido su compromiso. Similares acuerdos, conocidos como "2+2", deberían aplicarse próximamente en Huéscar, Chimeneas, Trevélez y Montillana, con distintos partidos implicados en cada caso.

El Ayuntamiento de El Valle y el de Granada están a 34,3 kilómetros de distancia, pero parecería que estuvieran a años luz: lo que allí es natural, en Granada es imposible. Seguro que en El Valle no entienden que el alcalde de Granada se resista a cumplir un acuerdo 2+2 cuya existencia solo niega él; ni que se aferre al puesto cuando todos los concejales del PP y otros dos de su partido han abandonado las responsabilidades de gobierno. Solo le apoya un concejal de 26.

El despropósito no puede atribuirse, sin embargo, a una sola persona. El presidente provincial del PP, Francisco Rodríguez, afirmó: "La ciudad queda paralizada". La agudeza visual de Rodríguez debe de ser portentosa, pues le permite distinguir entre la parálisis posterior a la marcha de sus concejales y la previa. Dudo de que alguien más note la diferencia. Durante dos años, el equipo de gobierno, ocupado con enredos de palacio, ha repartido su inoperancia entre todas las áreas: uno se desentendía de la Smart City, otro renunciaba a 9,4 millones de fondos europeos, otro celebraba el regreso del tráfico tras el confinamiento pintando nuevas rayas en el suelo y todos contemplaban impasibles cómo la Junta talaba árboles aquí y allá. Antonio Cambril, portavoz de Podemos-IU, ha pedido que dimitan el alcalde y todos los concejales que apoyaron su investidura. La petición se queda corta: deberían dimitir también los responsables nacionales que auparon a Nuestro Salvador y permiten que siga en las alturas.

El alcalde y su único concejal se han mostrado dispuestos a gestionar solitos todas las áreas que no conseguía manejar antes el equipo entero. Nuestro Salvador se ha pegado a la silla y nadie parece capaz de despegarlo. Se ha convertido en el Formidable Superglú.

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