Bolaños, Iglesias y protocolo

Decir que Iglesias se produce con ademanes de cierto tufillo a pasadas dictaduras no es nuevo

Cuántas veces soñaron ver algún político que se desvíe del monótono guion de una campaña? ¿Cuánto miedo no habrá detrás de quienes las dirigen? Las fórmulas permanecen en el tiempo monótonamente inalterables, pero es por temor a cometer equivocaciones. No avanzamos, tampoco retrocedemos. Por eso, llama la atención Bolaños y su salida de tiesto. La imagen de un político mediocre lampando por subir es muy común. Pero si en unas escaleras el protocolo se lo impide, además de pícara y burlona sonrisa, propone un somero estudio del enésimo sainete televisivo. ¿Opiniones? Muchas que coinciden en lo mismo: lo ridículo de una perversa imagen que desgaste la del adversario en inminentes elecciones.

Debate servido. Pero hete ahí que surgen descabelladas defensas. Una, la del director de canal Red TV y profesor asociado de Ciencia Política en la Complutense. Pablo, Pablito, Pablete (Jose María García): "El poder no lo da solamente el cargo, lo da también la actitud. Un jefe de protocolo de la Comunidad de Madrid no puede humillar la dignidad del Gobierno de España y sus ministros. Los escoltas no sólo están para evitar un atentado, también para abrir paso a un ministro, cuando sea necesario".

El impresentable depurador de miserias señor Iglesias, recomienda a los servicios de seguridad reducir a la jefa de Protocolo que inhabilita el acceso de personas no invitadas. Decir que Iglesias se produce con ademanes de cierto tufillo a pasadas dictaduras, no es nuevo. Ya en su condición de vicepresidente, con su familia invitó al deleite ciudadano mostrando lo que sí eran funciones legítimas de su servicio (compras en el Mercadona, cuidado de menores, etc). Hoy añade el ataque a quien legalmente ostenta la función de ordenar precedencias y velar por el cumplimiento de las órdenes emanadas para la organización de un acto o ceremonia.

Señor Iglesias, antes de fusilar, debiera aprender a bajar los decibelios de su soberbia. Y algo de protocolo, también. No se trató de precedencias ordenadas por R.D. 2099/1983, sino de invitaciones y representación institucional. Recapitulemos. El señór Bolaños acude en sustitución. No estaba invitado. Ocupa en los actos el lugar que legalmente corresponde (precedencia), excepto en la secuencia del desfile militar, donde, reducido por cabida el protocolo, ya hay (ministra de Defensa) una representación de su institución que el organizador determina suficiente. Es más. Conocía la escaleta. Sabía que su presencia en tribuna no estaba prevista. Si entendió que conculcaba el Decreto, pudo protestar antes. Incluso no acudir al acto.

Pero no. Había que llamar la atención. Suerte que hasta sus propios compañeros critican la vergonzosa e infantil recreación, y no le quedarán arrestos para reproducir abominable escena. Aunque el señor Iglesias solicite la detención de la jefa de Protocolo. ¿Y unos azotes quizás? Claro que esto, lo de los azotes, tampoco es nuevo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios