Cartas de Rusia

La mirada de Valera, ávida y penetrante, lo escudriñaba todo, tanto lo aristocrático como lo popular

Pocos escritores españoles han dado cuenta de sus impresiones viajeras en Rusia. Sólo tras la Revolución de 1917 y la experiencia soviética se despertó el interés de algunos políticos (como Fernando de los Ríos, en 1921) que se atrevieron a emprender tan ajetreado viaje. Sin embargo, si se mira hacia atrás, se cuenta con un precioso testimonio literario, poco conocido, pero jugoso, certero y brillante. Apenas se ha difundido, pero constituye una obra maestra de ingenio e ironía, escrita precisamente por un novelista, sin que se trate de una obra de ficción (aunque a veces lo parezca). Su autor es Juan Valera que, como diplomático, pasó una temporada, a partir de 1856, en San Petersburgo y empleó parte del tiempo que le dejaban las fiestas cortesanas en describir minuciosamente la vida y carácter del pueblo ruso. Escrutador incansable de todos los ambientes, no solo de los aristocráticos, ejerció de adelantado sociólogo, exprimiendo sus observaciones y trasladándolas a sus distintos corresponsales en España, casi siempre amigos. Los cuales, admirados de su valía literaria, sin consultárselo, fueron publicando, en la prensa, las sucesivas cartas. De ahí que se hayan conservado. La mirada de Valera, ávida y penetrante, lo escudriñaba todo, incluida la desbordante vida erótica de los mullidos y selectos salones de San Petersburgo. A veces, con su participación. Quizás porque entre aquellos cálidos juegos también se trajinaba la alta política. Las novelas de Valera, justificadamente o no, han perdido aprecio en estos tiempos, pero su correspondencia rusa, gracias a su inteligencia y capacidad expresiva, proporciona valiosísimos retratos de aquellas tierras. No con el color sepia de papeles envejecidos, sino con el sabor de unos documentos vivos, escritos sobre el terreno. Estas cartas permiten comprender, pasado siglo y medio, los orígenes de la arrogancia actual de Putin y sus nuevos cenáculos de ricos. Con todo, si aún se desea conocer mejor los viejos antecedentes del presente despotismo ruso, puede acudirse también a un libro canónico, Cartas de Rusia (Acantilado) con los datos recogidos, en 1839, por un viajero francés, el marqués de Custine. Si se compara críticamente ambos libros, el del novelista español no desmerece. Estas epístolas de Juan Valera están publicadas con el título de Cartas desde Rusia (Miraguano), pero tal vez sería ocasión para iniciarse en la lectura de su Correspondencia (Castalia, 8 tomos). Exige tiempo, pero constituye uno de nuestros mayores monumentos testimoniales. Miles de cartas escritas, desde mundos lejanos, con la gracia y experiencia de un andaluz cosmopolita.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios