Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Ciudadano Sánchez

Le hacía falta a Don Sánchez tomar tierra. Y sólo podía decírselo así de clarito el pueblo soberano

De nuevo Pedro Sánchez nos ha cogido a todos con el paso cambiado al reescribir el guion de todo un país convocando elecciones nada más tomarse el amargo desayuno de una derrota electoral largo tiempo anunciada.

Hay que reconocerle el don de lo imprevisible. También, la capacidad de tomar nota del veredicto desfavorable del pueblo en masa hacia una línea política que, como se ha visto este domingo, no contentaba. A modo de referéndum personal lo planteó el propio Sánchez, ese artista del drible y la finta que sabe jugar como nadie sus cartas de los tiempos y los gestos. Y el referéndum le ha salido rana. Qué arte.

Con una izquierda tan fragmentada y con una abstención superior al cuarenta por ciento el factor tiempo se ha revelado crucial para disolver las cortes como toque de zafarrancho de ese ‘Todos contra Vox’ que, vistas las cosas, no ha calado gran cosa.

Porque Vox no deja de ser un hijo con cara de doberman del padre de derechas que siempre ha sido el PP. Ahora que el hijo tibio llamado Ciudadanos emprende la vuelta a casa para disolverse en la derecha azul ‘de toda la vida’, es buen momento para recordar una vez más que el partido del verde fosforito y las palabras gruesas y a gritos nació del descontento dentro del propio PP, espacio natural de la gente del ‘como Dios manda’, es decir, como ellos mandan, claro.

Está la cosa animada, vaya que sí. Con el Ayuntamiento de Granada abriendo las ventanas a ese oxígeno que tanto le faltaba; con una Marifrán que se merienda mayorías más que sobrada; y, en fin, con un personal más que harto de que la política deviniera en patio de colegio en el que todos gritan en diferentes idiomas mientras la deuda pública supera el PIB y se regalan ‘paguicas’ a las nuevas clases privilegiadas de la minoría más minoritaria destino de una carga impositiva que más que imponer castiga.

Le hacía falta a Don Sánchez tomar tierra. Vaya que sí. Y sólo podía decírselo así de clarito ese pueblo soberano al que sólo veía ya de lejos desde la altura sideral desde la que ya miraba con desdén a todos, desde el Rey mismo hacia abajo.

Nada como las curas de humildad al político para devolverle el sentido común y la noción clara de que la política es otra cosa con más verdad que mentiras, con más realidad que derechos a granel repartidos sin tasa.

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