Confor y Ama. No es más que un juego de palabras. Un juego bobo, nada ingenioso, que pretende ser persuasivo. Hace demasiado que el comercio se desligó de la palabra necesidad para convertirse en una trampa, en el dispendio innecesario, pero nada absurdo aunque lo parezca, pues alimenta al capitalismo, le mantiene vivo, sano, fuerte. Y para seguir cebando al monstruo es necesario embaucar, jugar con ese inconsciente infiel a nosotros mismos. Como en aquella escena famosa de El libro de la selva de la factoría Disney, cuando Kaa, la serpiente, intenta desesperadamente hipnotizar a Mowgli, mientras le canta una canción, almacenes, franquicias, grandes superficies nos embaucan con un nerviosismo similar al del saurópsido animado, con el desespero, con la intranquilidad del que intuye que es incapaz de retener a la presa. Aquellos ojos de Kaa que se llenaban de círculos de colores para anular la voluntad del niño y poder engullirlo, son las luces de colores que nos arrastran y que nos conducen directos hacia la trampa, y somos esa criatura, agarrada por la cintura, alzada del suelo, disfrutando de la sensación gustosa de flotar.

Un garlito construido a la medida de la presa. Diferentes son los cebos de unas a otras superficies. "Te aseguramos el precio más bajo del mercado", es golosina fragante de esta empresa que une "Confort" y "Ama" en su nombre. Carnaza fresca para la víctima. Obnubilados olvidamos las palabras sabias de las madres, aquello de que lo barato siempre termina saliendo caro. Como en el casino, la banca nunca pierde. Y de alguna parte consiguen sus ganancias. La contrata de la subcontrata, es el lugar perfecto.

En Confort que Ama dos hombres reparten muebles sin importar el peso. Uno de ellos, es pequeño. El horario de reparto lo fija el cliente en tienda, pero lo ordenan ellos. Tocan a la puerta y preguntan si hay alguien que pueda ayudarles a cargar con pieza tan fatigosa. No. Entonces no cabe por la puerta. No hay más. Son las cuatro de la tarde, hace calor, estamos cansados…, dicen, en definitiva, no cabe por la puerta. Y la pieza es devuelta al camión. Denuncie usted si quiere... Para mi asombro, en la tienda, en la del "Corfor Ama", devuelven el dinero, sin más, no les importa perder una venta, no intentan dar alguna solución, al fin y al cabo, son una franquicia, no pierden nada, enseñan una foto, no cabe. Pero sí que cabía. Ahí está flamante, y entró por la misma puerta, una pieza similar, del mismo tamaño, por no hablar de otras mucho más grandes, más pesadas. ¿Cómo entraron las demás? La empresa que las trajo no aseguraba en publicidad el precio más bajo del mercado. ¿En qué momento pasamos del "cliente siempre tiene la razón" al maltrato al cliente? He perdido lo único que no me pueden devolver, mi tiempo, en un lugar en el que confort no es precisamente lo que proporcionan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios