Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Descubrir en lo cercano

Alhama es un territorio que te asalta al partir la pregunta de por qué nuestra provincia guarda tantos tesoros

Estuve hace años por carnavales, claro, en Alhama, pero me quedaba pendiente volver para descubrir aquella ciudad con el detalle con que pude hacerlo el pasado domingo. Y constaté que mis deseos de adentrarme en sus secretos por conocer no eran sólo intuiciones descaminadas de que había allí mucho por encontrar, sino un tener la oportunidad de dar con esos espacios genuinos que nuestro entorno atesora y que siempre están esperando a abrirse al que porfíe.

Fue allí, entre esas empinadas y empedradas cuestas y esos imponentes desfiladeros tan hermosos como profundos, donde pude saber de sitios como la Casa de la Inquisición, el Hospital de la Reina o el caño Wamba; o nada menos que una mansión señorial -de las muchas que hay en la villa- con una enorme puerta de piedra con todos los rasgos de ser masónica; o una cripta en su iglesia de Santa María de la Encarnación -impresionante camarín con vínculos con los Bazán tan lepantinos- que ensombrecería con su carga de intimismo y misterio a la más recóndita de las que encontré en París años atrás; o, entre otras muchas cosas, un brazo del pantano de los Bermejales repleto de ánades y otras faunas donde me decían que hasta se podrían avistar hasta nutrias, nada menos.

Entre amigos, que es como se descubren de verdad las cosas, con ese brío que brota del encuentro con la sorpresa de lo desconocido. Y ahí al ladito. En Alhama de Granada, la llave de la conquista del reino para las tropas cristianas, allí donde los católicos reyes empezaban a ensayar su urbanismo aglutinador de poderes; allí donde, entre otras muchas cosas, puedes ver a bañistas con albornoz reposar el espíritu y el cuerpo entre idas y venidas a las piscinas del balneario al que tantos se acercan para encontrar salud y sosiego.

Descubrir en lo cercano. Quizás ese ha sido el mensaje críptico de este tiempo pandémico en el que tanto hemos aprendido. Con personas como ese cicerone del que todos hablaban y que al fin conocí, Silverio de Alhama y su ruta guiada por la ciudad, toda una experiencia repleta de emoción, datos, risas y buen rato, ese tipo de encuentro que te hacen vibrar con la pasión del que vive en la pasión por lo suyo, por Alhama, un territorio donde te asalta al partir la pregunta de porqué nuestra provincia guarda tantos tesoros pero sólo y aún para unos pocos.

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