En el mismo instante en el que la ministra de Sanidad anuncia la decisión acordada por el Consejo Interterritorial de reducir el aislamiento de los positivos asintomáticos y de los contactos estrechos no vacunados de 10 a 7 días, eso sí, en contra de los técnicos, la OMS advierte del peligro que supone acortar el tiempo de aislamiento. Donde unos dicen digo, otros basculan hacia el Diego. Y la FundéuRAE ha escogido como palabra del año "vacuna". Hubiese sido más apropiada la palabra "incoherencia" o "absurdo" o "paradoja" incluso, "disparate". Palabras que justifican toda una situación esperpéntica en la que España registra por primera vez más de 100.000 contagios en un solo día y supera la ratio de 1.500 casos a miércoles 29 de diciembre (que escribo esta columna). No lo olviden: 112 muertos en un día es un avión que se estrelló. No quiero ni imaginar qué será del lejano viernes 31. Lo que eran datos alarmantes hace un tiempo, parece que ya no lo son. No lo eran porque los hospitales no estaban saturados, así que dejamos que se saturaran. Siguen sin serlo porque las UCI no están saturadas, pero Andalucía roza los mil hospitalizados y suma 10.838 nuevos contagios, veremos cuánto tardan en saturarse. El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) establece que la incidencia en 14 días ha subido 82,7 puntos hasta 994 casos por cada 100.000 habitantes, 492 puntos más que hace una semana y la tasa más alta desde hace un año. Pero nuestro consejero de Salud no ve motivos para tomar otras medidas más allá de separar las mesas en las cenas familiares y dejar a nuestra sinrazón de mascarillas debajo de la nariz el futuro de un virus que campa dicharachero. Como en Don't look up, la gente aclama a los políticos que les dicen dónde deben mirar, apartan la vista del cometa que los va a destruir, para gritar encolerizados cuando ya es tan grande que aún sin mirar es imposible no ver y entonces llaman a los políticos "mentirosos", otra gran palabra. Los técnicos recomiendan y los políticos miran a otro lado. Me pregunto para qué sirven los virólogos, médicos, biólogos, si gritan y sus palabras caen en la arena del desierto. Existiendo tertulianos, ¡para qué científicos! "Conveniencia", otra palabra que podría haber ganado en el concurso de la tontería anual. No conviene que se estanque la economía. Parece que avanzamos hacia la deseada "inmunidad de rebaño". Las muertes son daños colaterales, algunas incluso salen rentables al sistema; los infectados y sus secuelas, víctimas de sus débiles defensas. Al final, venceremos a este virus, o más bien, vencerá la raza de los fuertes, los arios de la especie alentados por dirigentes a los que no encuentro un adjetivo preciso con el que calificar, quizás porque me es imposible cualificar. ¡Feliz Año Viejo!

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