Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Diamond Princess

Esperemos al final de la epidemia para valorar el éxito o el fracaso y sacar conclusiones

El único lugar del planeta donde la epidemia de coronavirus se ha dado por terminada es en el crucero Diamond Princess, en cuarentena durante semanas en Tokio. Con 3.711 personas a bordo, hubo 531 casos (14,3%), 255 de ellos asintomáticos (48%), y 6 muertes (letalidad del 0,63%). Se tomaron muestras a todas las personas en el barco, siendo por ello el estudio más completo hasta la fecha sobre los efectos del coronavirus. Con toda la incertidumbre propia de una nueva enfermedad, estos datos acotan los riesgos desde el punto de vista sanitario: una mayoría de la población no se contagiará, y la mortalidad será inferior al 1%.

Otra gran incertidumbre en esta pandemia es el comportamiento de los servicios sanitarios. Según el Centro Nacional de Epidemiología, en la última onda epidémica de gripe en España, que duró 9 semanas, hubo 490.000 casos, de los que 35.344 fueron ingresos hospitalarios, 10.452 graves, 2.500 en las UCI y 6.300 muertes (letalidad del 1,2%). En la peor semana, hubo miles de casos nuevos y cientos de ingresos en los hospitales del país. Los servicios sanitarios resultan insuficientes para atender la demanda, especialmente en urgencias y hospitales, durante las peores semanas de la gripe. Es cuando aparecen fotos en los periódicos mostrando pasillos atiborrados de personas esperando ser atendidas. Por ello, el reclutamiento de la sanidad privada -o de la militar- para la gestión de la pandemia pretende aumentar las capacidades de los servicios sanitarios, dado que se presume que la demanda pueda superar la de una gripe normal.

Un tercer elemento en esta situación es que las medidas radicales adoptadas por el Gobierno tendrán efectos negativos en varios de los factores que determinan la salud poblacional. El desempleo, por citar uno, causará daños físicos y psicológicos que se prolongarán a lo largo de la vida. Veremos si las ambiciosas medidas socioeconómicas adoptadas por el Gobierno reducen esos impactos negativos.

Las epidemias de gripe se resuelven de entre 9 a 12 semanas sin intervenciones excepcionales. Si las medidas adoptadas funcionan veremos un pico reducido o un cambio de tendencia en las próximas 2 a 4 semanas.

Ignoremos a todos esos profetas con soluciones todo a 100 y aderezadas de reproches. Y esperemos al final de la epidemia para valorar el éxito o el fracaso, sacar conclusiones y prepararnos para las próximas pandemias.

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