En tránsito
Eduardo Jordá
Mon petit amour
En los ataques de Putin contra Ucrania tras la invasión rusa iniciada en febrero de este año, la actualidad nos muestra un recrudecimiento de los ataques con drones iraníes contra infraestructuras generadoras de energía eléctrica que, además de generar víctimas civiles, están produciendo daños muy relevantes que dan lugar a falta del suministro eléctrico necesario para una normal vida económica, social y familiar.
El invierno se acerca y, con estos ataques, la catástrofe humanitaria es una situación altamente probable y cierta pudiendo generar sufrimiento, enfermedad y muerte; podremos ver un daño especial a la población más vulnerable como es el caso de personas mayores, enfermos crónicos y personas dependientes y, por supuesto, niños.
En esta sucia guerra generada por la Rusia de Putin nos quedan aún muchas y feas imágenes por ver; y esas imágenes será un espejo en el que mirarse porque demostraran una vez más como no hay una garantía para ninguna sociedad en la que sea irreversible la paz, la libertad o el bienestar. Es algo que hay que trabajar día a día.
No fue irreversible en la guerra de Bosnia, no lo es en este conflicto que afecta a Ucrania y no lo ha sido en ninguna de las guerras de la historia reciente. Y es por eso que necesitamos, además de ser conscientes del riesgo, apoyar a Ucrania para evitar que se produzca el triunfo de Rusia y se implante el sistema autoritario y dictatorial de Putin.
Y es que estamos en guerra. Es una forma nueva de estar en guerra porque, aunque hasta ahora la muerte y la destrucción afectan al pueblo de Ucrania, al resto de Europa nos toca una enorme inestabilidad política y económica que (en forma de incertidumbre del coste de la vida), perjudica a las familias a las que les cuesta llegar a fin de mes y obliga a los gobiernos a adoptar medidas paliativas que incrementan el gasto publico para proteger a los mas vulnerables.
La inminente catástrofe humanitaria que se avecina por los ataques rusos con los drones iraníes también va a requerir una respuesta de solidaridad y cooperación desde Europa con el pueblo de Ucrania. Hoy les toca a ellos y hay que evitar que mañana nos toque a nosotros. No se puede consentir que Putin triunfe en Ucrania y que el siguiente episodio sea con otro país de la Unión Europea.
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