Casi sin acabar de cerrar los colegios electorales en las elecciones del pasado domingo para elegir nuevos ayuntamientos y parlamentos autonómicos, Pedro Sánchez decide disolver las Cortes Generales y convocar elecciones generales para el próximo 23 de julio.

Siempre es cierto que unas elecciones generales suponen una oportunidad para aspirar a un futuro mejor en todos aquellos aspectos que afectan a muchos ámbitos de la vida cotidiana del conjunto de la ciudadanía. En este caso también es cierto que son muy importantes porque hay muchos asuntos que deben abordarse en el próximo periodo que se abre para el Gobierno que salga de estas elecciones.

Sería deseable poder conocer cuáles son las propuestas concretas sobre el futuro de las pensiones, la política laboral para que haya más empleo aún y con más seguridad aún y menos precariedad, las medidas para asegurar que la sanidad pública supere las dificultades e insuficiencias objetivas que presenta hoy, las medidas para fortalecer la educación pública o qué se va a hacer con los servicios sociales y el área de atención sociosanitaria, que requieren un fortalecimiento para superar las insuficiencias en el ámbito de las residencias de mayores, entre otras muchas cuestiones.

No menos importante es saber si se van a derogar leyes que han ampliado derechos (aborto, eutanasia, vivienda, etc) o qué propuesta concretas hay en materia de impuestos. Es decir, estos y otros asuntos que son básicos no pueden quedar tapados por una campaña crispada que haga imposible debatir y conocer las propuestas de los partidos.

Me gustaría pensar que no estamos abocados de manera irremediable a una campaña de casi dos meses de crispación en la que se hable de ETA, de la supuesta mala intención eligiendo una inoportuna fecha veraniega para las elecciones, de las sospechas de fraude en el voto por correo que seguramente batirá récords de participación, etc etc y estoy seguro que la mayoría de la gente querría una campaña con un ambiente constructivo.

La izquierda en general tiene la responsabilidad y el reto de superar este tipo de dificultades previsibles y centrar sus debates y propuestas con claridad. El PSOE en particular tendrá que ofrecer la continuidad y la mejora del proyecto desarrollado en estos años, reclamando un apoyo mayoritario que le permita no depender de otros o hacerlo con la menor intensidad posible. Difícil en un contexto de clima crispado. Pero necesario hacerlo. Y quien gobierne debe trabajar también por normalizar el clima político. Pero esto, en otra columna.

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