Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Fantasía con el Nota

Hay temporadas en las que uno mira alrededor y no puede dejar de preguntarse por qué no hace como el Nota

En la película El Gran Lebowski, de los hermanos Coen, ¿de qué vive el Nota? Como dice la carcunda más biliosa exhibiendo colmillo y rezando por el Advenimiento de San Abascal para referirse a subvenciones y ayudas sociales: de una "paguita". Y la gracia va teniendo cada vez más reidores. Sí, el Nota es un desempleado. Y no esconde su indolencia -no se percibe en su actitud mucho interés por fichar para doblarla con un horario fijo- mientras va a lo suyo en bermudas, camiseta, chanclas y bata, atuendo que cambia cuando se arregla por unas sandalias y una sudadera. Su pasado de hippy contestatario -tiempo del que apenas recuerda algunos escarceos en el campus contra el Gobierno- ha sido sustituido por un presente de pureta relajado que cumple con un "régimen de drogas bastante estricto para mantener la mente fresca". Ameniza sus horas escuchando en un walkman o en el cassette de su destartalado coche -que conduce bebiendo cerveza y fumando grifa- a la Credence Clearwater Revival -el gusto musical del Nota es impecable, no soporta a los "putos Eagles"-, y su "tiempo libre", dice cuando le preguntan, lo dedica a jugar a los bolos y de vez en cuanto a darse un viaje en ácido. Su dieta está compuesta principalmente por tercios de Budweiser y lingotazos de ruso blanco -un combinado de kahlúa, vodka y leche; la receta oficial y pija es con nata líquida, pero no es el caso del Nota-, alimentos que le propician una panza lustrosa, pues al contrario que sus compinches Walter y Donny no parece de los que pierden el seso por una hamburguesa bien grasienta. Y así transcurre la vida del Nota, hasta que le mean la alfombra...

Si no fuera por lo que ocurre a partir de este hecho, hay temporadas en que uno mira a su alrededor y ve lo que hay y escucha lo que se dice y no puede dejar de preguntarse cómo es que no ha optado por una existencia -por lo menos en la madurez- como la del Nota, o muy parecida, al margen, lenta y apacible, mientras la de los demás se consume con todos esos problemas que se inventan para tener "algo importante" de lo que (pre)ocuparse y opinar, opinar mucho. Así que uno no puede resistirse de tarde en tarde a tener la fantasía de ser y hacer como el Nota. Ocurre sin embargo que el Nota tiene una duración de 112 minutos, la de la película de los Coen. Y cuando termina ahí afuera está la realidad. Tan burda y grosera. A pelo. Y te obliga a aguantarla sin narcóticos ni anestesia.

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