buscando razones

José Antonio / Pérez Tapias

Federalismo urgente

BARCELONA, con una masiva manifestación nacionalista, se puso de nuevo en el centro de la actualidad política de España, a la vez que mostró cómo pasan por Cataluña las coordenadas movibles del Estado. ¿Paradoja? Lo evidenciado por la manifestación de este 11 de septiembre en la Ciudad Condal, mal que pese a unos y por poco que lo consideren otros, es que en torno a la cuestión catalana se juega el futuro del Estado español. Al menos, tal como lo conocemos. Tan magna manifestación, tomando el relevo a la que hubo tras la sentencia del TC sobre el Estatut, se planteó bajo el lema "Cataluña: nuevo Estado de Europa". Tal leyenda no era sólo soberanista, por mucho que cobijara también demandas de pacto fiscal para replantear la financiación de la Comunidad Autónoma; era netamente independentista. El salto cualitativo no cabe reducirlo a síntoma de malestar por la situación de Cataluña en el seno de España. Indica, como avanzó Josep Ramoneda hace días, un proyecto político que gana considerable apoyo social. Como a su vez anticipaba la parlamentaria socialista Laia Bonet, la manifestación de la Diada de este 2012 hace patente una encrucijada que exige sin demora afrontarla -no sólo por los socialistas, a quienes la situación pone en especiales aprietos-.

Asociando ideas, podemos conjugar dos. Una, la que tanto viene a la cabeza de muchos: la conllevancia entre Cataluña y España de la que habló Ortega en su famoso discurso en las Cortes Constituyentes de la República, que es teoría que aborda resignada esa relación para decir que el problema que entraña no tiene más solución que el aguantarse mutuamente con modales civilizados: el problema catalán será un "problema perpetuo". La segunda, haciendo un ejercicio de memoria que no tiene que ir muy lejos: el papel de Jordi Pujol, siendo presidente de la Generalitat, animando a Milan Kucan en 1991 para avanzar unilateralmente hacia la independencia de Eslovenia -proclamada el 25 de junio de 1991-, país hoy miembro de la UE -entró en 2004-.

Conclusión: no estamos ante un mero "lío" o inoportuna "algarabía", como el presidente Rajoy calificó lo que se prometía en Barcelona. Estamos ante un serio problema institucional de la democracia española que ya no se arregla con mera conllevancia. El hecho de la crisis económica no va a amortiguarlo; todo lo contrario. Por ello, el secretario general de los socialistas catalanes, Pere Navarro, pidió en el reciente Comité Federal del PSOE avanzar seriamente hacia un replanteamiento federal del Estado de las autonomías. Y no es sólo cuestión en la que le va la vida a PSC y PSOE. O hacemos federalismo de verdad -si es que no se está ya en el camino de Eslovenia- o el Estado español no se mantiene -por mucho que la Constitución se remita al fundamento dogmático de la "indisoluble unidad de la Nación española"-.

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