QUIEN pensaba que Juan Carlos Ferrero era parte del pasado, se equivocaba. Como ya hizo en la final de la Copa Davis en el año 2000, el alicantino supo sobrellevar la presión del punto definitivo contra el australiano Hewitt y claro está, ganar la primera ensaladera de la historia de España. De ese partido nació un nombre, un número 1 que poco después se vio ensombrecido por un chico que no alcanzaba la mayoría de edad en el DNI, pero que jugaba como un adulto, Rafa Nadal.

Pocos se acordaban del alicantino y de sus triunfos, sólo se gritaba el ya famoso ¡Vamos! del mallorquín. El capitán de la 'Armada', Albert Costa, eligió a Ferrero para cerrar el grupo tras las bajas de Nadal y Ferrer. 'Juanqui' aceptó su vuelta al equipo, aunque fuese porque sus compañeros no pudiesen jugar. Durante el fin de semana, Ferrero ha visto la eliminatoria desde la barrera, pero una derrota imprevisible de Verdasco hizo que el ex número uno saltase al ruedo de la plaza de toros de Puerto Banús. Aunque no fuese su mejor partido y le costase un poco más de lo normal cerrar el encuentro, Ferrero fue, vio y venció.

El quinto punto tenía color español. Como ya sucedió en el 2000, 'el mosquito' volvió a dar la vuelta de honor a hombros. Ayer, Ferrero no sólo ganaba un partido, ni siquiera el punto definitivo, sino que volvía a recuperar la confianza que había perdido estos años y además, la atención de miles de personas que, como yo, dejaba de escribir un poco de Nadal para contar que, como todos deseábamos, Juan Carlos Ferrero ha resurgido de sus cenizas.

Esperemos que esto no se quede en nada, y nuestro tenista vuelva a darnos las alegrías a las que ya nos acostumbró en su día. De número 1 a ex número 1. Nadal puede descansar tranquilo, Ferrero también sabe ganar y poner a España en semifinales. Ojalá que nuestro protagonista no baje la guardia en vacaciones y en septiembre vuelva a estar en el equipo, que buscará la final contra Israel.