Fiestas y fechas

Aunque sólo fuese el debate, estaría bien ver que tenemos muchos hitos que celebrar

Un amable lector se me queja de que no critico a Vox. No es talmente verdad, aunque sí lo es que no hago la crítica que a él le gustaría. La mía nunca será porque Vox sea demasiado conservador, por razones obvias. En cambio, le criticaré otras cositas. ¿Un ejemplo? Si no consigue que su apoyo a eventuales gobiernos del PP se traduzca en la reversión de las leyes ideológicas del PSOE, aunque Feijóo se resista como gato socialdemócrata panza arriba.

Otra cuestión que le afeé a Vox fue lo de proponer la Toma de Granada como Día de Andalucía. Aunque no lo hice, lo siento, querido lector, porque me pareciese fatal la elección de ese día, que es una fecha históricamente importantísima ni, mucho menos, porque piense que el 28 de febrero sea un día sacro.

Me dio pena la forma de plantearlo, que desgraciaba una idea excelente. ¿O no es una lástima que una región de España con una historia tan rica como Andalucía celebre su fiesta el día de un hecho administrativo como fue la aprobación de una ley de segunda categoría y por unas mayorías discutibles? La propuesta de cambiar el día de Andalucía me parecía brillante y coherente con la posición anti-autonomista de Vox y, a la vez, con su amor por la diversidad cultural de España.

Pero, si me parecía bien cambiar la fecha y me parecía bien la Toma, ¿qué es lo que no me gustaba? Dos cosas. La primera, que se propusiera sólo la alternativa de la Toma, con un gesto algo provocativo. Habría sido mejor haber explicado a los andaluces que aquí tenemos historia para celebrar hechos más grandes, más hondos, más significativos para la Humanidad que una votación así así. Y luego proponer un referéndum para escoger el día. La Toma podría haber estado entre las alternativas, por supuesto, junto a la circunnavegación -para celebrar que la primera globalización tuvo acento andaluz-, el nacimiento de Séneca -por la contribución a la cultura universal-, la coronación imperial de Trajano -por el Imperio- o la salida de las tres carabelas desde Palos -por la Hispanidad-. Y que los andaluces escogiesen. También podría incluirse el 28 de febrero entre las opciones, por si acaso.

La segunda cosa que no me gustó de Vox es que, tras su primera y escandalosa toma de posición con lo de la Toma, durante toda una legislatura en la que el gobierno de Moreno Bonilla dependió de sus votos, no abriese y exigiese en serio este debate. Hubiese sido pedagógico.

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