Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Granada sin Vida

Me cautivó cuando, por diferencias con miembros del claustro, dejó el Rectorado con absoluta coherencia y desapego

Un resfriado infatigable me impidió despedir a Pepe Vida, un socialista que jamás renunció a la interpretación marxista de la historia. Antes de morir a los 81 años la semana pasada, Pepe fue catedrático del Derecho del Trabajo, diputado en Cortes, el primer rector democrático de la UGR y un señor capaz de abandonar en un repente los cargos en los que otros se eternizan y por los que son capaces de matar cualquier principio. Si la existencia es "un relámpago entre dos eternidades", el suyo fue muy resplandeciente. En un perfil que le realizó recientemente Andrés Cárdenas declaró que "la política ha bajado al lugar más bajo al que puede llegar". No me sorprendió. Lo entrevisté siendo yo muy joven. El rondaría los cincuenta y aún estaba al frente de la Universidad, la misma que, cuando alcanzó el liderazgo, era considerada "la tercera de España" (El País, 16 de abril de 1984). Me recibió sudoroso, con una toalla colgada a ambos lados del cuello, y se disculpó diciendo que acababa de hacer ¡halterofilia! Hubo más sorpresas. En un despacho colmatado de libros sobresalían varios volúmenes de Somerset Maugham, autor soberbio y hoy algo olvidado. Hablamos de El filo de la Navaja y me conquistó de inmediato su fino análisis literario. Aunque me cautivó más cuando, después, por diferencias con varios miembros del claustro, dejó el Rectorado con absoluta coherencia y desapego.

En los 90, tras la marcha de Pepe Vida (y la de otros seres cuya lista coparía el artículo), la política se convirtió en una criba al revés: dejaba pasar el guijarro y retenía la arena fina. Los enanos se aliaron para desalojar a los gigantes (Swift) y un grupo local de profesionales del alambre empezó a lanzar el mensaje de que los males de Granada son debidos a la apatía e incapacidad emprendedora de sus gentes. Hicieron el trabajo sucio a Borbolla, Pepote, el señorito campechano bajo cuyo mandato la Junta se convirtió en un instrumento de captación de fondos destinados al desarrollo acelerado de Sevilla y su hinterland a costa de la decadencia de la capital nazarí y parte de los territorios que constituyeron su antiguo reino. Vida intentó doblar esa realidad y disputó unas primarias por la Alcaldía a Moratalla, que le ganó con el apoyo del aparato del partido. ¿El resultado? Trece años de hegemonía de la derecha. A veces pienso que entonces el PSOE se quedó sin Pepe y sin Vida. Ahora se ha ido del todo. No conozco a su familia. Así que me acompaño en el sentimiento.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios