Guerra y paz

Los que en España piden más diplomacia son los herederos de aquella URSS agresora de los finlandeses en 1939

Durante 105 días, entre diciembre de 1939 y marzo de 1940, un pequeño país de tres millones de habitantes hizo frente a la Rusia de Stalin. La historia militar conoce a este enfrentamiento como la Guerra de Invierno. Europa, entonces, estaba en Guerra, en septiembre de 1939 la Alemania nazi había invadido Polonia, pero las hostilidades con Francia y el Reino Unido casi no se habían dado. Finlandia resistió hasta la llegada de la primavera causando enormes bajas a un ejército ruso mal preparado pero acabó sucumbiendo. Los finlandeses recibieron las simpatías de todo el mundo aunque poca ayuda. Aquel mundo y aquella Europa eran muy distintos a la actual. Las democracias de Inglaterra y Francia tan exquisitamente neutrales en la Guerra Civil española, acabada en abril de ese mismo 1939, y tan traidoras en apoyar a un régimen democrático como lo era la Segunda República, son evidentemente muy distintas. Y Europa en general es muy distinta, empezando por Alemania, por supuesto.

Ya saben que la historia no se repite de forma idéntica pero sin duda muchas veces no se repite como farsa sino como una enorme tragedia y en la agresión de la Rusia de Putin a Ucrania se repite la tragedia de los países que por su situación geoestratégica, como entonces Finlandia, tienen que ver su existencia amenazada. Aquí se repite la acción delirante de un líder que además cuenta con un arsenal nuclear.

Por suerte el mundo ahora quiere paz, pero no puede ser neutral. Aquellos que en España piden más diplomacia y más diálogo son los herederos, ciertamente que en muy vieja y roñosa tradición, de aquella Unión Soviética agresora de los finlandeses. Resulta irónico pensar que fuera Stalin quien ayudara a la Segunda República y no lo hicieran las democracias europeas.

Preservar la paz que Putin ha dinamitado nos exigirá un enorme cambio de perspectiva a las generaciones de europeos que hemos vivido siempre con ella y que solo conocemos la guerra por los libros o por la ficción televisiva de Hollywood, pues parece que siempre tiene que aparecer la caballería americana para salvarnos. Quizás por eso a algunos nostálgicos del pacifismo les fastidia tanto que mandemos armas a Ucrania.

Hemos consentido a Putin para atraer inversiones y para nuestro confort de europeos amantes de la paz y, ahora, nos llegó la guerra de siempre. Una guerra que no contemplaremos como una película ni leeremos como una novela; una guerra que sufriremos. Vale.

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