No se es héroe ni se es cobarde. La valentía a veces se parece mucho a la resignación. El miedo es el mismo para todos, pero supongo que hay gente que tiene, por encima de una conciencia real del peligro, un instinto de supervivencia, como poco, más difuso que el resto de los mortales. Obnubilados por la sola y loca idea de conseguir su objetivo: desenmascarar la cara que ocultan los poderes políticos, económicos, de clase... Intentan arrancar el velo que nos ciega, que consigue que veamos la realidad a través de un tupido tamiz. Siempre, y esa es la paradoja, desde el propio sistema.

Recuerdo entonces a aquella rubia, Gerda Taro, cámara en mano, dispuesta y decidida a mostrar al mundo la verdad de nuestra guerra incivil. Constancia de la Mora, que llevaba el Gabinete de Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno republicano, contaba como: "La batalla de Brunete trajo consigo pérdidas inevitables, entre otras la de Gerda Taro. Me dejó una nota: Siento tener que molestarla ahora que la veo tan agobiada por las mismas peticiones de todos los periodistas, pero es necesario que yo llegue a Madrid. Nunca tenía miedo. Lo único que le preocupaba era conseguir fotografías que convenciesen". A la busca y captura del testimonio gráfico, porque ya entonces una imagen valía más que cien palabras. Murió en aquella batalla, pero sus últimas fotos consiguieron llegar a París, publicarse, enseñar al mundo el terrible drama que se vivía en este país. Aunque el mundo era de sobra consciente y sabedor.

Como si caminaran por un sendero diferente al resto de los mortales donde es imposible que llegue la estridencia de la tormenta, la galerna, el sol ígneo, un camino paralelo resguardado de todo. Pocos conocen sus nombres, pero evidencian lo oculto y sus firmas se las traga el holding, la agencia para la que trabajan, la productora para la que filman. Los he oído hablar, decir que dejan su casa en cada viaje con cierto reparo, pero con la seguridad de que volverán, convencidos de que no habrá trueque de letras. Que la "s" seguirá iniciando la palabra "suerte" con su sonido obstruyente, fricativo, alveolar, sordo, muda en su inicio y no mutará en la bilabial nasal y sonora que da pábulo a "muerte". Pero a veces ocurre el canje. Y, para nuestro mal, se pierde la suerte. Les ha ocurrido a David Beriain (43 años) y a Roberto Fraile (47 años) asesinados en Burkina Faso mientras grababan un documental sobre la caza furtiva. Antes nos enseñaron la otra información, la lucha de los talibanes, los campamentos de las FARC, los narcos mexicanos, los sicarios colombianos, etc. Pretendieron mostrarnos, en palabras del propio David, "la naturaleza humana en las condiciones más extremas de la realidad, donde no hay sitio para la impostura". España pierde dos héroes más. Van doce.

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