Desde la antigüedad han existido compositoras. Recordar en Grecia a Pitia de Delfos, Telesilla de Argos, Safo de Lesbos, o Polygnota hija de Sócrates de Tebas.

En Bizancio los nombres de compositoras que nos han llegado se asocian con canto litúrgico. Martha, madre de Simeón el Estilita, Teodosia, Thekla, Kassia, del siglo IX. Se considera a Kassia la primera mujer compositora de la que conservamos partituras.

En al-Andalus fueron muy famosas Mut`a, esclava de Ziryāb que cantó al príncipe Abd al-Raḥmān ben al-Ḥakam, o la esclava I`timād al-Rumaykīyya y su romance con Mu`tamid ben `Abbād (1039-1095), futuro rey de Sevilla.

En el Patio de los Mármoles del Hospital Real, sede del Rectorado de la Universidad de Granada, hemos podido disfrutar del concierto de compositoras del barroco italiano, en una de las voces más especializadas en este repertorio: Roberta Invernizzi, soprano que se inició en la música con sus estudios de piano y contrabajo. Milanesa de voz cristalina y una gran capacidad dramática que desgranó las obras de Barbara Strozzi (Venecia 1619 – Padua 1677), cantante y compositora que escribió arias, cantatas, madrigales y dúos. Su técnica se considera del “Seconda prattica”, cuyo máximo representante es Claudio Monteverdi.

Isabella Leonarda (Novara, Reino de Cerdeña, 1620-1704), compositora famosa en su época, a los dieciseis años ingresó en el Colegio de Santa Úrsula, convento de las ursulinas de Novara, donde llegó a ser Abadesa. Settimia Caccini (Florencia 1591 – ca. 1638), cantante y compositora, de familia de músicos, como su padre Guilio Caccini y su hermana Francesca Caccini. Su padre era músico de la familia de los Medicis teniendo un papel muy relevante en la renovación musical que sería el germen de la ópera italiana. Isabella realizó una brillante carrera, conocedora como cantante de las posibilidades de la voz, su obra presenta una gran calidad y virtuosismo.