Andamos estos días en Granada tirando la casa por la ventana a cuenta de la Inteligencia Artificial (IA), esa combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta misteriosa, pero que está presente en nuestro día a día a todas horas.
Resulta que, sin que la mayoría del personal lo sospecháramos, la espléndida Universidad de la que disfrutamos, es una potencia mundial en esta especie de ciencia ficción, lo que llevó a nuestras instituciones a plantear la candidatura de nuestra ciudad, para albergar la sede de la Agencia Estatal e Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA).
Como ya sabrán ustedes nos quedamos compuestos y sin 'novia', por mor de una decisión del Gobierno incomprensible e inexplicable. Quizás por la mala conciencia de aquel dedazo coruñés, desde el día siguiente del desaire no han dejado de llegarnos 'desagravios', ya sea en forma de centro de Asistencia Digital Integrada de la Agencia Tributaria, ya como sede europea del centro de investigación emiratí ADIA Lab, ya con inversiones de hasta cinco millones para trabajos sobre el desarrollo ético de la IA responsable, ya como sede de un congreso internacional que traerá a los "mejores científicos y grandes líderes internacionales".
Amén de que esta especie de Plan Marshall de la IA tiene toda la pinta de ser consecuencia directa de la mala conciencia monclovita, convendría no volverse locos con esta lluvia de "presentes", sobre todo porque puede que no sea oro todo lo que reluce.
En un terreno tan ignoto como el de la IA, no dejan de aparecer noticias que nos alertan de los "peligros" en que podemos incurrir en esta materia. Recientemente varias ONG han pedido al Gobierno reconsiderar el acuerdo con Emiratos Árabes Unidos, para traer a Granada su sede europea de la IA, por los riesgos que puede suponer desarrollar para un país donde no se respetan los derechos humanos, una herramienta muy efectiva en la vulneración de esos derechos, máxime cuando, según Human Rigths Watch, en EAU se usan habitualmente tecnologías de vigilancia prohibidas en la UE.
En resumen, evitemos la tentación de los petrodólares fáciles, echemos mano de nuestra inteligencia natural y tengamos mucha prudencia a la hora de aceptar compañeros de viaje que pueden acabar por convetir en una pesadilla el sueño de la Inteligencia Artificial.
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