La colmena

Magdalena Trillo

¿Inteligencia colectiva? Un circo colectivo

LA casa multicolor de la nueva democracia se empezó a construir hace casi un año en los ayuntamientos, luego llegaría a las diputaciones y a las autonomías y esta semana hemos podido ver un preludio fallido del "mestizaje ideológico" en la instancia más noble del poder popular: un Congreso de los Diputados diverso y multicultural que (ahora sí) se parece mucho más a todos nosotros. Hacen bromas, se toman el pelo y se lanzan puyas como en cualquier barra de bar. Comen chicles, se dan efectistas besos impetuosos y se pavonean en mangas de camisa. Se mueven entre la arrogancia, la vehemencia y el populismo -de izquierda y de derecha-; entre la soberbia, el cinismo y la falsa modestia. Unos, saltones de salón de té; otros, irreverentes de polígono. Unos dieciochescos y otros casual. Lo amarillo, al más puro estilo Benetton, ha entrado de lleno en la política. El amarillismo, de los modistas del vintage al desenfado de Desigual, también.

Lo cierto es que las fotos quedan mucho mejor en los periódicos. No son tan casposas, oscuras y aburridas como en legislaturas anteriores. Ahora tienen más dinamismo. Más vida. Cualquier jefe de Diseño estaría de acuerdo conmigo en cómo la nueva democracia nos está ayudando a los medios a innovar. A acercarnos a esa regeneración que, también a nosotros, nos piden nuestros viejos lectores supervivientes.

Hasta Vargas Llosa irrumpía hace unos días en el inacabable proceso de no-investidura declarando su impotencia ante los nuevos yellow kids. Ante una especie de 'efecto Hola'.El Nobel de Literatura aprovechaba el lanzamiento en Madrid de su nueva novelapara arremeter contra la "prensa amarilla" y para confesar, ante decenas de flashes y focos como si fuera uno más de los Rolling Stone, que no se ha "cambiado de acera", que no le gusta que le persigan cuando pasea y que estará encantado se seguir la "receta" de cualquiera que sea capaz de explicarle cómo volver atrás -al antes del glamour con Preysler- y recuperar su intimidad.

Me voy a atrever a contradecir al escritor peruano cuando habla del "periodismo" del papel couché porque no todo lo que circula en los medios es periodismo y porque no todos los que se dicen periodistas son periodistas. Pero sí coincido en el tono de resignación con que se expresa. No hay recetas. Las grandes industrias del entretenimiento han cogido las riendas de los medios a nivel mundial del mismo modo que los conglomerados tecnológicos y los omnipotentes buscadores se están apropiando de la información en la Red. Es una falacia de pluralismo y de participación ciudadana que nos envuelven en atractivos contenidos de trivialidad y banalidades y que, al final, todos consumimos. Por verdadero interés o por divertimento. Por curiosidad, por apatía e incluso como burbuja de desintoxicación frente a la des-información.

Leeré Cinco esquinas intentando recordar al autor de La civilización del espectáculo, procuraré entretenerme leyendo lo que espero sea buena literatura, pero no lo haré ni desde la victimización ni desde el derrotismo. Detrás de los trending topic hay usuarios. Detrás de los contenidos más consultados de los periódicos online hay personas. Todos somos protagonistas. Y co-responsables.

Recorté hace unas semanas un artículo de Anita Williams Woolley -sí, sigo practicando a diario la decadente y denostada manía de leer prensa de papel- con una investigación de campo que me ha roto todos los esquemas: siempre había creído que las masas nos embrutecen, que la fraternidad de los grupos despierta nuestros instintos más primitivos y que el anonimato de lo virtual nos proporciona una sensación inquebrantable de impunidad. Con casi 700 participantes, un grupo de la Carnegie Mellon University, uno de los centros estadounidenses más punteros en robótica y ciencias de la computación, ha constatado que existe una "sabiduría en grupo" que supera las limitaciones personales, una inteligencia colectiva que se podría impulsar gracias a las nuevas tecnologías y las sinergias de trabajo que permite internet. Que la red "refuerza la función crítica de la comunicación", que un colectivo es capaz de resolver problemas y desarrollar "un conocimiento sin fronteras".

Repase las imágenes del Congreso de esta semana, recuerde la última sesión plenaria de su ayuntamiento... Más que inteligencia colectiva hay un circo colectivo. Parecía buena idea dar color a las instituciones. ¡Pero nunca en amarillo!

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