Lágrimas en la lluvia

En sólo un año, las 'Tech' han pasado del crecimiento a recortes masivos. Toca redimensionar el negocio

Layoffs es un rastreador estadounidense especializado en datos relativos a los despidos de las grandes compañías tecnológicas del mundo. Según sus cálculos, el año pasado 159.766 personas perdieron su puesto de trabajo en alguna de ellas. Habría que contrastar el dato con otro que diera a conocer cuántos empleos nuevos habrían creado, aunque parece evidente que están recortando plantillas, más que renovándolas. En cualquier caso, el dato más preocupante consiste en saber que, según la misma fuente, los despidos de las tecnológicas en lo que llevamos de 2023 superan los 100.000 empleados en un cómputo realizado entre 334 compañías. Un desastre de consecuencias aún impredecibles, no sólo por su magnitud, sino por las enormes bolsas de trabajo que dejan, formadas por personas de excelente formación, jóvenes y muchos de ellos altamente especializados, que se platean si en el futuro habrá para ellos oportunidades de desarrollar sus capacidades.

Durante la pandemia, las tecnológicas parecieron ser el lugar ideal donde refugiarse. El mundo descubrió que podría mantener sus tareas esenciales sin salir de casa gracias a las facilidades que la tecnología ponía a nuestro servicio, y las empresas del sector se dispararon en ingresos y en plantilla. Pero con la guerra de Ucrania vino la inflación y la economía empeoró gravemente en todo el mundo. Para las Tech en sólo un año, el crecimiento pasó a los recortes masivos de plantilla. Los analistas cuando estudian el fenómeno lo achacan a la optimización de recursos, a la inteligencia artificial, a costes haciendo más con menos, a la enorme competencia y al descenso de los ingresos por publicidad debido a la desaceleración de la economía. Razones que, salvo la última, no son coyunturales.

Pero no caigamos en el pesimismo, ni en la demagogia fácil ante los comportamientos inestables de los mercados. Llevamos más de una década de crecimiento rápido de las empresas tecnológicas y ahora lo que toca es redimensionar un sector al que crecer indefinidamente no le resulta posible, entre otras cuestiones porque está demasiado poblado de competidores. Ahora sabemos con certeza que había burbuja y se atisban llamando a la puerta fusiones impensables hasta hace poco, pero necesarias para competir en un mundo en el que la inteligencia artificial y millones de robots harán desaparecer al nuestro como las lágrimas en la lluvia que predijeran al final de Blade Runner.

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