Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Laica Navidad

Nada mejor que olvidarse de tanto ruido y preparar en lo oculto, lo íntimo y lo sencillo esta Navidad renovada

Hace años que algún amigo me felicita por estas fechas con un sobrio 'Feliz solsticio de invierno'. Me resulta casi meteorológica tal laicidad beligerante. Si no fuera porque incluye la palabra 'feliz' se diría que no me desea nada. Es lo que tienen estos nuevos tiempos extraños que por contraste se están volviendo o comerciales o átonos, sin más relieve que el que da el tráfico económico o el mero cambio de las estaciones. Son las cosas del desarraigo cultural, que deja tiritando el alma desprotegida de los rituales habituales y sin recambio donde guarecerse de lo inclemente de la vida.

Los cambios en las costumbres pueden producirse de modo espontáneo, natural o por imposición gubernativa. De un tiempo a esta parte se prodigan más estos últimos porque vivimos en tiempos de cambios de arriba a abajo, de ahí esta asepsia buscada en el lenguaje que mencionaba y que tiene más el barniz de un negociado de Hacienda que de algo surgido de las entrañas populares.

Ni blanca ni feliz sino laica. En eso se va quedando la Navidad conforme nos adentramos más y más en esta renuncia a o propio. Hasta los musulmanes, respetuosos con lo que les antecedía, la reconocen como un tiempo digno de ser celebrado. Lo deseable sería una evolución paulatina desde lo conocido a lo desconocido pero seguimos enfrascados en la dialéctica histórica de la tesis-antítesis sin alcanzar una síntesis acogedora que nos deje a todos satisfechos.

Si la naturaleza se apaga por estas fechas para retomar fuerzas e incubar la vida que estallará de nuevo por primavera; si esta renovación lleva dos mil años siendo representada en occidente por la celebración de que un niño-dios fue alumbrado de manera sobrenatural por una virgen en mitad de la pobreza de un pesebre, con todos los misterios que eso entraña, poco les importa esto a las superficies comerciales del capitalismo rampante y el laicismo beligerante. O vender o ir a la contra con tal de no hacerse preguntas con más calado.

En tanto andan unos y otros a la gresca con sus tensiones de las que viven y para las que viven sin sentido alguno nada mejor que olvidarse de tanto ruido y preparar en lo oculto, lo íntimo y lo sencillo esta Navidad renovada. Frugal pero intensa. Misteriosa. Sin otra intención que la de rebelarse para no vivir en ese sinvivir aletargado.

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