Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Las Lanzas

El gesto de nobleza de Spínola con Nassau en el cuadro de Velázquez contrasta con la grosería de Torra ante el Rey

Es uno de los gestos de cortesía más conmmovedores de la Historia. En lugar de coger la llave de la ciudad de Breda, el genovés Ambrosio Spínola, vencedor en esa batalla al mando de las tropas de Felipe IV, pone su mano sobre el general holandés Justin de Nassau, jefe del Ejército derrotado. A éste lo retrata Diego de Velázquez inclinado en señal de sumisión, pero el gesto de nobleza de su rival lo coloca de igual a igual. Nadie es más que nadie, ni siquiera en el campo de batalla. Ésta tuvo lugar en 1624 y Velázquez la inmortalizó en su cuadro diez años después. Es un monumento a la grandeza del ser humano, el contrapunto del unamuniano venceréis, pero no convenceréis.

Se me vino a la mente esa estampa al ver uno de los mayores gestos de grosería y mala educación que se han colado en las nuevas pinacotecas, los telediarios y las portadas de los periódicos. La decisión de Quim Torra, el valido del valido, de ignorar al rey Felipe en su visita a la inauguración de los Juegos del Mediterráneo de Tarragona y la propina de hacerle entrega del memorándum del 1 de octubre, ese acto de ilegalidad convertido en heroísmo, esa permuta de unas chapuzas a domicilio de Pepe Gotera y Otilio en versión catalana de la Historia Universal de la Infamia. Con su escarapela de Inocente,Inocente, Torra no tenía que entregar ninguna llave, porque aquí nadie ha derrotado a nadie, aunque los fanáticos sí sueñan con la epopeya, el himno y la pinacoteca y rebuscan en guerras ficticias, en púnicas bravatas de cartagos oprimidas por la Roma imperial y madrileña.

El rey Felipe VI, modelo de Antonio López, con las mismas siglas cambiadas del rey modelo de Velázquez, fue mejor recibido en Nueva Orleans que en Tarragona. Como el destino es así de caprichoso, el monarca español coincidió en muy pocos días con Donald Trump y con Quim Torra, expertos en construir muros y excluir disidentes. Que se ande con tiento Pedro Sánchez, no vaya a ser que el presidente de la Generalitat le pida al inquilino de la Casa Blanca para su esperado encuentro el hotel de Singapur donde se reunió con el presidente de Corea del Norte, tan partidario como Torra de los desplantes y las reverencias de sus correligionarios.

En el podio de los Juegos del Mediterráneo, Torra ha ganado la medalla de oro de la grosería.

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