Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Locuras

España dedica 4.000 millones a la salud mental de los 80.000 de la sanidad. Necesita 10.000 para tratarla con eficacia

Una encuesta muy reciente en 34 países incluyendo España revela que un 36% de ciudadanos considera que el problema de salud más importante, tras el Covid-19, es la salud mental. Entre los españoles la cifra es de un 51%, por encima del cáncer o de las enfermedades cardiovasculares. Aunque las cifras oficiales no son fiables, se estima que en España más de un 10% de la población tiene problemas de salud mental. Una proporción tan alta implica que todos tengamos en nuestro círculo cercano personas que los sufren en mayor o menor grado.

Con esta realidad -y con semejante percepción ciudadana que ilustra la encuesta- ahora es el momento de abordar la atención a la salud mental desde los servicios públicos. España está a la cola de Europa en número de profesionales en este ámbito, lo que causa que la oferta de servicios sea mayormente privada y para aquellos que puedan pagarlos. En consecuencia, la falta de acceso a la asistencia sanitaria cuando se tienen problemas psicológicos, emocionales o de estrés es uno de los mayores factores de desigualdad social en nuestro país.

Richard Frank, catedrático de Economía de la Salud en Harvard y considerado un experto mundial en los costes de las enfermedades mentales, comenzaba sus clases hace 30 años con la siguiente afirmación: "La enfermedad mental no se puede asegurar socialmente", debido a sus altos costes. Esta creencia se ha mantenido durante décadas. Sin embargo, tratar los problemas psicológicos de las personas no es más caro que tratar otros problemas de salud. España dedica más de 80.000 millones de euros al año a la sanidad; de esos, unos 4.000 millones se destinan a tratar la salud mental. Según los expertos, se necesitan unos 10.000 millones de euros anuales para ofrecer una atención sanitaria tan accesible, eficaz y de calidad como la que se ofrece para los otros problemas de salud.

Dada la incidencia tan alta de los problemas de salud mental, el gran impacto que tienen en la calidad de vida de las personas y sus familias, y la alta sensibilidad ciudadana, la atención a la salud mental debe ser una prioridad pública de primer orden en nuestro país. Veremos qué fuerzas políticas recogen este guante en el ciclo electoral que estamos iniciando.

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