Malas personas

Algunos otros del Gobierno hasta se felicitan que terroristas condenados estén en las listas y ya no maten

Dejó escrito Nicolás Maquiavelo aquello de “Procure, pues, un príncipe conservar y mantener el Estado: los medios que emplee serán siempre considerados honrosos y alabados por todos”. Es el famoso aforismo político que se interpreta generalmente como que el fin justifica los medios, aunque no aparezca como tal en el texto del Príncipe, la conocidísima obra del noble florentino nacido el 3 de mayo de 1469. Su obra, publicada en 1513, dio lugar a grandes polémicas y generó el término maquiavelismo, definido en español como “modo de proceder con astucia, doblez y perfidia”. Y lo maquiavélico se conoce como sinónimo de astuto y engañoso. En toda esa lista de vocablos me encanta eso de perfidia, derivado directamente del latín (deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida).

Pensarán ustedes que alguien que así actúe no merecerá la admiración y respeto de la gente. Pues probablemente estén equivocados y ya lo sabía el mismo Maquiavelo cuando su famosa afirmación prosigue afirmando: “Porque el vulgo se deja siempre coger por las apariencias y por el acierto de la cosa y en el mundo no hay sino vulgo”.

Me remonto a este clásico de la actuación y proceder en el poder para intentar explicar la tibieza con que el partido mayoritario del gobierno explica y condena, con la voz bajita y casi con vergüenza de decirlo, que en las listas electorales de los no arrepentidos terroristas vascos aparezcan terroristas en su momento condenados. Y algunos otros del Gobierno hasta se felicitan que estén en las listas y ya no maten. Eso es tan maquiavélico como lo que dice el propio Maquiavelo en otro lugar de su obra: “Por lo que insisto en que a los hombres hay que vencerlos o con los hechos o con las palabras, o bien, exterminarlos”. Vaya, menos mal, ya los etarras no exterminan, y por eso les dejamos que se rían de los familiares de los asesinados y apoyen en todo lo que necesita el príncipe, léase Sánchez, para conservar y mantener el poder.

Aunque se esgrimen multitud de explicaciones para las conductas del presidente yo no encuentro mejor razonamiento que el dado hace más de cinco siglos por el príncipe florentino e incluso comprendo porque tiene tal éxito entre sus seguidores y votantes. Lo dice también Maquiavelo: “Todos ven lo que pareces, pero pocos comprenden lo que eres”. Ya ven, a lo mismo, en poco más de un año tenemos a un condenado por abuso sexual como presidente del país más poderoso del planeta. ¿Se han preguntado ustedes si esos señores son buenas personas? Vale.

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