Escribir no siempre es fácil. A veces uno no sabe exactamente lo que quiere y cómo quiere contarlo. Muchos temas se amontonan en una semana. A veces copio en mi WhatsApp recortes de noticias que merecían meditar en la columna. Muchos, pero una columna semanal no da para tanto. En ocasiones, el hecho más incontestable de la semana rellena el espacio: que somos ACB, arriba Covirán, que no siempre el pequeño es el último, que, en Granada, felicidades Oscar, se hacen las cosas bien, aunque el miércoles pasáramos por el purgatorio…

También la proximidad de eventos pide paso. La semana va de municipales. Tocaba hablar de Granada. Hacer público algo que muchos saben: conozco a Marifrán desde mucho tiempo atrás, es buena amiga, sé de su valía, entrega, espíritu de lucha, conocimiento, pero que por encima de ello, admiro en campaña que siempre anteponga el respeto a la dignidad de sus contrincantes, que proteja las instituciones esenciales de nuestro estado de derecho… Y que Dios reparta suerte.

Ayer jueves Inma lo cambió todo. Cuando salí de su colegio, apenas dispuse tiempo para ordenar ideas y valores. Inma es un torbellino donde fluyen mil ideas, soluciones, proyectos. Es de esas personas a quienes difícilmente dirás no alguna vez. Me sentí confundido. Mi lógica, aquella que antepone el valor, la lucha, el codazo, el reconocimiento social, saltó por los aires. En su colegio, en la Fundación Purísima Concepción, ves otros lugares, otras luchas, otros reconocimientos, cambias codazos por miradas atentas y sonrisas cómplices… y comprendes que aquello del reconocimiento fue una quimera si acaso para endulzar sólo vanidades personales.

Ayer vi vida desparramada en pasillos con música, padres que nunca molestan, aunque llegues tarde porque tu cole, el tuyo, siempre está materialmente abierto –las puertas poseen detectores de presencia para facilitar el acceso–. “Entrar feliz cuando uno quiera”, decía Nacho. Pero ayer vi mucho. Vi llamar a todos por su nombre. Vi dejarnos a un lado para anteponer unos buenos días a cada niño que entraba. Vi ilusión, vi alegría, vi orgullo de educar en la conquista. El fracaso en la Purísima no tiene lugar ni sentido. Así lo llevan a gala profes, monitores, padres y 109 niños que reciben esa educación tan especial de amor, cariño, dedicación e intensidad que todos emplean. Justifica su existencia “la misma misión de Jesús en favor de las personas con enfermedad mental, con discapacidad física y psíquica, además de otros colectivos vulnerables, proporcionándoles una asistencia integral que incluye los aspectos físicos, psíquicos sociales y espirituales, con un carácter eminentemente humanizador”. Lo de humanizador, os juro lo sentí a cada paso que recorría en aquellos pasillos. Y profesionalidad. A raudales.

Ayer no ganó el CB Granada. Hoy, último día de campaña. Pero ayer, lápiz y papel en mano, solo sentía la necesidad de escribir que vi 109 niños triunfando. Cada uno en su vida. Como dice Inma, cada uno tenemos una forma de triunfar en nuestras vidas. Ellos también. Ayer me fui Almanjáyar abajo sabiendo que queda mucho por hacer. Que nos queda mucho por hacer…

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