Los cánidos marcan su territorio con orín o heces, olores fuertes y propios, para advertir a sus congéneres y para evitar que otros depredadores entren en él. Una defensa del territorio que termina convirtiéndose en lucha. Este espacio en el género humano es físico, pero también psíquico. La tierra no únicamente como lugar donde habitar, donde criar a salvo a los vástagos. La tierra es espacio que condiciona. Los hijos de los expulsados del Paraíso expulsan al vecino, porque compartir resta protagonismo. Imposible soportar el olor ácido de la urea del otro, porque la urea del otro, aunque beba el mismo líquido, es un pis horrendo. Los elegidos de Dios, le nominemos como le nominemos, tienen el color que debe tener la piel. El pelo, aún siendo oscuro y rizado, es el pelo de los hijos del divino. Las comidas, las costumbres, la vestimenta, todo tiene una lógica, la lógica que las cosas deben tener. No hay espacio para el otro. Fastidia la música que llega de fuera, fastidia que las risas se eleven más allá de los márgenes marcados, fastidia que crean y veneren, que amen, que cultiven, fastidia el olor de sus alimentos y de sus jabones, porque todo eso es privativo de los elegidos. Y el resto son impuros. Los elegidos se convierten entonces en canes, en depredadores, en opresores. Se impone limpiar la tierra, purificar el aire, quedar solo frente a sí mismo. Se impone exterminar a quien su sola existencia es ya provocación. Creerse hijo de Dios, pueblo elegido, es un argumento demasiado fácil para actuar impunemente.

Los perros de presa son los verdaderos débiles, los cobardes que como los canes huyen atemorizados cuando están solos, con el rabo entre las patas y con alaridos ridículamente agudos, pero que en manada, exhiben las admirables piezas dentales con un rugido terrorífico y la estabilidad de unas patas portentosas. Se unen para formar jaurías que les hagan cada vez más fuertes, sin importar la procedencia o la condición del aliado. ¿Cómo, de otra manera, se puede entender que aquellos que apoyaron y aplaudieron las cámaras de gas, eso sí, ignorantes de que los siguientes en desfilar hacia ellas iban a ser los latinos, hoy apoyen las acciones asesinas del Estado israelí contra el pueblo de Palestina con declaraciones disparatadas como las del líder de Vox mostrando su apoyo "a un país que defiende sus fronteras", refiriéndose a Israel? ¿Cómo entender que el fascismo ensalce a los que entonces había que exterminar, sino es porque ellos son ahora la fuerza opresora? Es evidente que apoyan a los suyos sean quienes sean los suyos. Primo Levi dejó claro que "los opresores son también responsables de la perversión que provocan en el ánimo de los ultrajados". De aquellos polvos estos lodos y en la caja cada vez más escorpiones, cada vez menos mariposas.

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