Bloguero de arrabal
Pablo Alcázar
Turratenientes
MUCHOS amigos, y algunos menos amigos, me han preguntado en las últimas semanas por los fichajes del Granada: que cuántos goles va a marcar Floro Flores, que si El Arabi es mejor de delantero o de media punta, que si Torje es tan bueno como dicen. Y yo siempre les contesto lo mismo: no tengo ni idea. Rodeado de tanto 'Maldini' entendido en fútbol internacional, de tanto Marcos López capaz de analizar, lógicamente tras haberle visto en multitud partidos, a casi cualquier jugador del mundo, la respuesta hasta crea decepción en mis interlocutores, incapaces de entender mi desconocimiento.
Subió mi autoestima Anquela el pasado viernes, cuando en la rueda de prensa previa al partido ante el Real Madrid le preguntaron por Brahimi. El míster, lejos de la respuesta que algún sabio local hubiera dado, se limitó a decir que era un buen jugador al que, por diferentes circunstancias, calificó como melón sin abrir. Y qué razón tiene. El joven centrocampista galo, como Torje, Floro o El Arabi, puede salirse o decepcionar, brillar o desilusionar. A estas alturas, es una temeridad vaticinar su rendimiento a corto y medio plazo.
El Granada hizo lo que pudo, poco, en el Bernabéu. Salió tímido y miedoso, cuando empezaba a quitarse los complejos le marcaron, y cuando volvía a verse capaz de empatar le hicieron el segundo. Imposible sacar conclusiones válidas de ese partido. El Madrid minimiza las virtudes del rival y magnifica sus defectos.
Cristiano está triste, qué le pasara a Cristiano. Igual que le ocurre a muchos, mi simpatía de siempre hacia el Madrid se ha reducido bastante desde la llegada al club de Mou y Cristiano. Por eso, si se quiere marchar seré el primero en ponerle el lacico a la caja. Y que tantos goles se lleve como humildad y señorío deje.
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