Durante el primer año de vida del Metro casi todo fueron elogios. Merecidos. Pero, en los últimos meses han empezado a aparecer los problemas para una infraestructura cuyo mayor reto, según dicen los propios usuarios, es que se mejoren las frecuencias. Primero fue el tema de la huelga y el frente laboral -que sigue muy abierto- y más tarde empezaron a repetirse las quejas ciudadanas por la saturación del transporte en horas puntas y la escasez de frecuencias. Ante esto, el consejero de Fomento, Felipe López, prometió un poco antes de la campaña (pero igualmente en campaña) que el Metro ampliará su flota en 2019 con más trenes que permitirían un servicio más rápido y ágil. Ahora que la Junta va a cambiar de color en pocos días se conoce que en realidad se sabe que los nuevos tranvías no llegarán hasta 2020. Una noticia que llega en una semana en la que se están produciendo atrasos. El nuevo Gobierno andaluz se enfrenta, por tanto, al reto de mantener la calidad del servicio y seguir manteniendo el idilio de los granadinos con el Metro, una relación que iba viento en popa y que empieza a tener sus primeros dimes y diretes.

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