Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Mujeronas

El salentino, un dialecto italiano, 'feminnazza' significa mujer fuerte, valiente, audaz. Algo parecido a 'mujerona' en castellano

El neurólogo italiano Giovanni Tocci en su delicioso artículo Potere de un suffisso analiza el valor de ciertos sufijos en el salentino, una variante del dialecto de Brindisi. En salentino, el sufijo -azzo, -azza, en italiano oficial -accio, -accia, suele usarse para modificar negativamente el significado del nombre al que se adjunta: sciurnatazza (giornataccia, de giorno = día), significa un día de perros. No así en la palabra femminazza, cuya base, femmina -mujer- modifica positivamente. Una feminnazza era la mujer poderosa y capaz -según Tocci- que en una sociedad patriarcal y machista se hacía cargo de sí misma, de los hijos, del trabajo, de la organización y administración familiar y de la imagen pública del grupo. Mujeres inteligentes, valientes y audaces. O sea, mi bisabuela, mi abuela, mi suegra y las madres de tantas mujeres que, bajo el régimen patriarcal, sin ser feministas, inculcaban a sus hijas la idea de que tenían que trabajar y ganar su dinero para ser libres y no depender de un hombre. En castellano podría llamárselas 'mujeronas'. El sufijo aumentativo -ona añade a la raíz mujer, en este caso, como un punto de desmesura, de exceso, de poderío, de sofocante responsabilidad. De ruptura de la idea -y del ideal circulante- de lo que debería ser una mujer normal. Mujeronas fueron Isabel la Católica, Teresa de Ávila, Sor Juana Inés de la Cruz, Concepción Arenal, la Pasionaria, mi bisabuela, mi abuela Dolores; la mujer que, heroicamente, acompañó mis días, doña Charo, la Zangarranga, la Pelichona, de la Rambla, María, la de enfrente, en Cenes. No idealizo en absoluto a la mujer. Su contribución a la perpetuación de la especie la ha obligado ineluctablemente a especializarse en ciertos roles asistenciales. Los hombres se han ocupado de marcar y defender el territorio de la tribu con banderas y sangre. Cuando faltaron hombres, después de las dos guerras mundiales, las mujeres ocuparon sus puestos en las fábricas y en el frente. Las francotiradoras rusas donde ponían el ojo ponían la bala. Actualmente, instaladas con todo derecho en la vida pública, pasan por un periodo de adaptación al 'mundo de los hombres', y, en muchos casos, de mimetismo irresponsable y machista. Siempre despistado, me he vuelto algo mujerona precisamente cuando ese espécimen no se lleva.

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