Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¡Mundo, por favor, no me mires!

En Granada ya no cabe ni un alfiler. Mejor que el mundo no haga caso a Cuenca y que mire para otro lado

No es la primera vez que los forjadores de la imagen pública de un alcalde granadino se ponen creativos de la muerte. Ahora han sido los chicos de la agencia Babydog, responsable de un cartel electoral de Paco Cuenca instalado en veintidós sitios de la ciudad, los que lo han petado con su eslogan "Cuenca pone al mundo mirando a Granada". Antes fue a Cuéllar, el fotógrafo de Santa Fe que hacía hablar a las fotografías, al que se le ocurrió imprimir un almanaque de 1986 con la foto del alcalde Jara. El avispado retratista, venteando los aires laicos de modernidad, apeó al Sagrado Corazón de Jesús del calendario y colocó en su lugar una estampa del regidor, respetando, esto sí, la vieja retórica hagiográfica y, como convenía al caso ( la exaltación del personaje), tomó la foto desde el suelo - a vista de gusano-, con el santo vestido para la ceremonia -espada del Rey Fernando el Católico en la mano-, con un deslumbrante collar dorado a juego con su alianza matrimonial, delicado indicio de que todas las instituciones -incluida la familia- encontraban en el corazón del héroe acogida y mimos. Quizá los creadores del cartel electoral de Cuenca no conozcan bien ni el origen ni el significado de la expresión "poner a alguien mirando pa' Cuenca", que tan torpemente han manipulado en su escabroso juego de palabras. Unos atribuyen la frase al marido de Juana la Loca, el mujeriego Felipe el Hermoso, que se hizo construir una torre en el Alcázar de Toledo para atisbar el cielo y las villas de su reino. El monarca-cuentan- cuando subía al observatorio con una de sus amantes, decía a la reina y a los cortesanos que iba a ponerla mirando en dirección a la ciudad de Cuenca. Otros hablan de que la expresión tiene que ver con la postura que los musulmanes adoptan para sus rezos. Desde Madrid, en línea recta, mirando para la Meca, la primera ciudad que se encuentra es Cuenca. Por respeto al Islán, o por preferir una expresión más castiza, el vulgo escogió "poner a alguien mirando pa' Cuenca", cuando el sujeto paciente adoptaba la postura coital conocida como la del perro. El alcalde, si se pasea cualquier día por la ciudad, comprobará que aquí ya no cabe ni un alfiler y que a los vecinos de Granada nos vendría mejor que el mundo, en lugar de mirarnos, y dejarse caer por aquí, mirase para otro sitio.

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