Muro para México

En este contexto, el silencio puede ser cómplice con una situación que no va a traer nada bueno

28 de enero 2017 - 02:31

En esta primera semana del nuevo presidente de Estados Unidos estamos asistiendo atónitos a la continua firma de decretos que, una vez tienen estampado el garabato correspondiente, Donald Trump nos muestra satisfecho a todos los habitantes del mundo. Decretos y decretos que hacen temblar a ciudadanos, empresas y Gobiernos. Decretos que van a cambiar muchas vidas porque pueden traer exclusión, xenofobia, deslocalizaciones, aislamiento y tensión internacional.

De entre todas las medidas que en cascada nos está anunciando Trump, la más grave y esperpéntica es la de la construcción de un muro de 3.000 kilómetros en la frontera con México que, además, Trump se empeña que deben pagar los mexicanos. Creo que es difícil ponerse en la piel de los mexicanos ante esta tremenda agresión que expresa un desprecio absoluto por derechos internacionales que deberían estar consolidados y un desprecio absoluto a la dignidad de todo un pueblo y de toda la comunidad iberoamericana. ¿Se imaginan una decisión similar en la que Francia planteara constituir un muro con España por los Pirineos?

Soplan vientos de sectarismo, xenofobia y dominación del fuerte sobre el débil. Todo ello no puede traer nada bueno dado que vivimos en un mundo globalizado. Un mundo globalizado al que le faltan instrumentos de gobernanza eficaces para hacer frente a este tipo de desafíos.

Lo que sucede es que además hay un silencio preocupante desde niveles más determinantes como la UE o la Conferencia Iberoamericana por ejemplo. En este contexto, el silencio puede ser cómplice con una situación que no va a traer nada bueno. Echo en falta el liderazgo del Gobierno de España primero en alzar la voz en solidaridad con México y después en organizar una respuesta común de los países iberoamericanos y de la propia UE.

Esperemos que Rajoy cambie si actitud. Mientras tanto, vaya por delante mi apoyo y solidaridad con México y mi desprecio más absoluto hacia esta medida que abre un periodo nuevo en las relaciones internacionales.

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