El PP ante el aborto

El PP es ambiguo en un tema sobre el que desde hace años ya debería tener formada una clara posición al respecto

Para el Partido Popular, el tema nunca cerrado del aborto en España (su regulación, su tratamiento, hasta la forma de enfocarlo) siempre ha sido incómodo. Cuando el gobierno Zapatero, dentro de su estrategia de dinamitar los consensos para marcar distancias, apostó fuerte por una ley de plazos como sustitutiva de la ley de supuestos entonces vigente, lideró desde la oposición una fuerte contraofensiva que incluyó incluso un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Hoy el aborto es un derecho consolidado de la mujer siempre que se ejercite en los primeros meses de gestación, pues el TC no ha tenido a bien (¡en doce años!) pronunciarse… y el gobierno Rajoy de la mayoría absoluta se echó repentinamente para atrás y dejó en aguas de borrajas la reforma restrictiva preparada por el ministro Gallardón.

El otro día, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, de Vox, sorprendió delante de las mismísimas barbas del portavoz del Gobierno regional, del PP, anunciando un protocolo sanitario según el cual, en el caso de que la mujer decida poner fin a su embarazo, el médico habrá de informarle de la posibilidad de hacerse un ecografía especial así como incluso poder escuchar los latidos del improbable nasciturus. La discutible iniciativa, en línea con otras medidas promovidas por colectivos provida encaminadas a acercarse a las embarazadas con actuaciones que en ocasiones lindan con la coacción y afectan de lleno al derecho a la intimidad (y con las que, dicho sea de paso, yo no comulgo), ha hecho saltar las alarmas en Génova hasta el punto de hacer públicas por todas partes reservas y matizaciones, en un intento un tanto patético de evitar desplazar el debate de la inminente campaña hasta el lugar que más interesa al presidente Sánchez.

En realidad, esta salida de Vox, lógica desde la óptica política de un partido minoritario que necesita cierto ruido para no verse fagocitadodo por el grande, guarda cierta similitud en lo que tiene de estratégica con los quebraderos de cabeza que Podemos acostumbra a dar a su socio de gobierno. Y tocando de lleno el tratamiento del aborto (y eso que hablamos sólo de sus preámbulos) concierne la posición de muchos votantes conservadores que no están dispuestos a comulgar con las ruedas de molino que les pone por delante el PP, en exceso ambiguo en un tema sobre el que desde hace años ya debería tener formada una clara posición al respecto.

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