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UNA gran explanada situada en el Paseo del Salón, donde se encontraba una ermita del siglo XVII dedicada a San Sebastián, recibió el nombre del Humilladero. Posteriormente, esta explanada fue convertida en una plaza donde fueron asentándose puestos de chucherías y vendedores de globos que hacían su agosto mientras la gente esperaba la llegada de los tranvías. Varias han sido las modificaciones que ha tenido el Paseo del Salón, declarado como bien de interés cultural. Las últimas intervenciones en este espacio lo han transformado en un bulevar con acerado de granito y amplias aceras idóneo para pasear.
La imagen de Pepe Romero de 1963 difiere de la actual concepción de esta plaza. La mayoría de los edificios han sido rehabilitados y ha cambiado sustancialmente la ordenación del tráfico. Gran movimiento de personajes vemos en la imagen. Unos comprando globos o un puesto de chucherías al que no le falta detalle. Junto a él, dos personajes parecen esperar la llegada de algún cliente goloso. Uno sentado en su silla de anea mientras se lleva un cigarrillo a la boca; el otro nos da la espalda con las manos metidas en los bolsillos. Un chiquillo, posible cliente, juega en el suelo. Aquella relativa tranquilidad que se respira en esta zona de la fotografía contrasta con el movimiento y expresividad de cada uno de los personajes que aparecen retratados a la derecha.
Parecen dos ambientes diferentes. Tan distintos y cercanos al mismo tiempo. En primer término un grupo de tres personajes, el joven vendedor de globos con su clientela. Es una escena llena de vida y movimiento que viene acompañada, al fondo, por otros viandantes que se apresuran en cruzar la calle ante la inminente llegada del tranvía. Una pareja sonriendo y otros que nos miran al advertir la presencia de la cámara. Este ir y venir ha caracterizado a la Plaza del Humilladero, sobre todo al convertirse en parada de tranvías y autobuses urbanos.
Un sistema, según algunos, más moderno de transporte urbano acaba de llegar a nuestra ciudad, la LAC. Hay opiniones para todos los gustos. Mientras que para muchos ha sido un error por parte del Ayuntamiento la puesta en funcionamiento de esta línea, otros en cambio ven la medida muy acertada. Ahora bien, si recordamos los primeros días de la puesta en funcionamiento de esta línea, podíamos observar paradas llenas de viajeros desesperados a lo que hay que unir el caos circulatorio, por no hablar de las confusiones entre los viajeros para realizar los transbordos. Parece que el Plan de Movilidad no está siendo muy bien acogido por los usuarios. Es posible que se hagan algunos ajustes aunque la prueba de fuego será a la vuelta del verano, cuando comiencen a funcionar los colegios y la actividad laboral se ponga en marcha. Será este el momento en el que podremos evaluar de mejor modo el éxito o fracaso de una línea de transporte urbano que nos han vendido como moderna y sostenible. Aún así, debemos de concederle un tiempo de adaptación y que el Ayuntamiento realice las modificaciones que considere atendiendo a las demandas ciudadanas. Quizás con la llegada del Metro todo resulte un poco menos complejo y la diversificación en la oferta de transporte haga más sostenible una ciudad donde los atascos y la incomodidad para poder desplazarnos de un punto a otro están a la orden del día.
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