Claros del bosque

Reivindicación de la Filosofía

¿Por que la tendencia a excluir las ideas sobre las que ha reflexionado Europa desde hace más de 2.500 años?

El pasado jueves fue el Día Internacional de la Filosofía, ocasión para que nos preguntemos por qué, desde que vivimos en democracia, ley tras ley educativa esta disciplina ha visto reducido su espacio en la educación secundaria.

Después del ataque de laLomce en 2012, vivimos lo que parecía un cambio de rumbo cuando todos los partidos políticos, también el PP, reconocían el error que implicaba la erosión de la filosofía en el sistema educativo. Así, en 2018, el Congreso aprobaba por unanimidad una Proposición no de Ley a favor de incluir un ciclo completo de Filosofía en la ESO y el bachillerato. Por su parte, la prensa, representante de la opinión pública de la sociedad, también celebraba de forma unánime esta Proposición.

No faltaban motivos para el excepcional acuerdo. Sólo la cuestión patrimonial sería una razón suficiente. Nadie pone en duda el valor educativo del conocimiento del patrimonio histórico, del devenir de los pueblos, el arte o la literatura. ¿Por qué entonces la tendencia a excluir nuestro patrimonio intelectual, las idea a través de las cuales Europa ha reflexionado sobre sí misma desde hace más de 2.500 años?

Pero la importancia de la enseñanza de la Filosofía va mucho más allá de una cuestión patrimonial, ya que ésta siempre estuvo ligada de forma esencial a la educación. La conexión se expresa hoy -a través del compromiso de la Filosofía con la actualidad, el diálogo vivo con su propia tradición y la apertura a otras formas de conocimiento- en una labor imprescindible para el fomento de un valor fundamental en las sociedades democráticas: la reflexión crítica, sin la cual no se pueden desarrollar las capacidades que nos constituyen como ciudadanos. Por supuesto, esta es una misión de la educación en general, pero en el caso de la Filosofía señala a su objetivo prioritario. En este sentido, en 1995, una declaración de la Unesco reconocía que "la enseñanza de la filosofía […] constituye una aportación primordial a la formación de los ciudadanos al poner en ejercicio su capacidad de juicio, que es fundamental en toda democracia".

Quizás pecamos de ingenuidad al dar credibilidad a la promesa de los políticos, tan habituados a traicionar la palabra dada. Y, así, la nueva ley educativa de la ministra Celaá volvió a dar un golpe de gracia a la Filosofía, reduciendo su presencia respecto a la propia ley Wert y haciéndola desaparece de la ESO.

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