Dos euros diarios en ocho meses, 480 euros en total es el precio de los sentimientos religiosos. No sé qué me asombra más, que exista precio o el precio en sí. No creo ser poseedora de ningún sentimiento que pueda ser dañado penalmente por nadie y si lo tuviera les aseguro que su precio no sería dos euros al día, faltaría más.

"Vergonzosa manipulación del rostro de la imagen", lo que evidenciaba un "manifiesto desprecio y mofa hacia la cofradía con propósito de ofender". Estas bien podrán ser las críticas del hermano mayor de la Cofradía del Cristo de la Amargura de Jaén, en ese caso sería incluso comprensible, pero la realidad es que estas expresiones forman parte del escrito de la Fiscalía en la calificación provisional del fotomontaje en el que el acusado cambió el rostro del cristo por su imagen.

La religión ha vuelto a ganar al humor en los juzgados, los sentimientos religiosos son defendidos por una guardia pretoriana que va en contra del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sólo hay que recordar la condena a Lituania por no defender la libertad de expresión de una marca de ropa que utilizó en dos de sus prendas a modelos disfrazados de Jesús y María. Una sentencia que plantea, al menos, dudas de si casos como el de la multa al joven de Jaén tendrían algún recorrido ante los jueces de Estrasburgo.

El ex letrado del Tribunal Constitucional Joaquín Urías denunció: "Lo que nos dice la justicia europea es que la libertad de expresión no puede depender del consentimiento de una minoría". Esta sentencia va en contra de Europa y del Tribunal Constitucional, que reconoció el derecho de crítica a las religiones, y que éstas deben aceptarlo. Se está produciendo una ola de represión frente a la libertad de expresión, que se basa en "perseguir todo lo que pueda molestar a alguien".

De eso de molestar por hacer mofa de imágenes religiosas saben mucho en la revista Mongolia o El Intermedio. Como ocurrió con la denuncia a la revista satírica y al programa de Wyoming, la condena al joven de Jaén ha provocado una ola de solidaridad. Se ha desencadenado, otra vez, el conocido "efecto Streisand". Gonzalo Puente Ojea, en La religión ¡vaya timo!, dice que la religión es el timo madre de todos los timos. Igual hay que relajarse un poco en esto de las ofensas religiosas.

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