The Day After

Cada una de nuestras decisiones tiene un coste, seamos físicos nucleares, científicos climáticos o... votantes en una democracia

Hoy es la mañana siguiente, el día después. No me negarán que el concepto mismo tiene mucha enjundia. En las radios, las teles y los bares no se habla de otra cosa. O casi. Teniendo en cuenta que escribo esta columna antes de que sepamos el resultado de las elecciones, y por tanto sin certezas, me he puesto a juguetear con el significado mismo del “día siguiente a un acontecimiento” y cómo lo hemos visto, por ejemplo, en el cine, la madre de todos los espejos sociales. Y, cielos, hay casualidades que a veces resultan más certeras que un viaje a Delphos y a su oráculo.

Con ese nombre –o muy aproximado– hay tres filmes, uno de carácter documental y dos de ficción y los tres, de una manera u otra, tienen que ver con nosotros, con nuestro ahora, con hoy mismo por la mañana. La primera película se estrenó en 1980, más de 40 años de que el mismo tema y el mismo personaje estén siendo un exitazo en nuestras pantallas. The Day After Trinity es un reportaje con todo tipo de testimonios sobre la bomba nuclear y el arrepentimiento de su artífice fundamental, el físico J. Robert Oppenheimer. El título alude al lugar y el momento donde se hicieron las pruebas de la bomba poco antes de su dramático estreno letal en Hiroshima en 1945. Ya entonces las propias palabras del científico causaron expectación, con su petición desesperada de moratoria nuclear entre todos los países, tal como está sucediendo con la película de Nolan que acaba de estrenarse. La amenaza sigue ahí, intacta, y en muchos casos dependiendo de quienes no nos suscitan precisamente confianza. El mismo pavor que nos produce, por cierto, el negacionismo del cambio climático, precisamente el asunto de The Day After Tomorrow, un taquillazo de 2004, con una propuesta distópica que cada vez nos suena más realista. Imagino que la recordarán: un paleoclimatólogo guaperas (Dennis Quaid) advierte de una inminente edad de hielo, fruto de un calentamiento imparable, que puede suponer una glaciación como la que acabó con los dinosaurios. Premiada por sus brillantes efectos especiales, lo que yo recuerdo con mayor nitidez es un éxodo insólito: los habitantes del Norte enriquecido pidiendo asilo y auxilio en el Sur pobre y esquilmado. Un cambio de tornas que ya entonces dio que pensar. Ya me dirán si no tiene actualidad.

La tercera, The Morning After, de 1986, toca otro tema. O tal vez no. Una espléndida Jane Fonda amanece junto al cadáver de su amante y no recuerda nada de lo que pasó. Entre la amnesia y la culpa elige la huida como solución. Su conciencia transita entre la inocencia y el espanto. Vaya tres panoramas. Vaya tres analogías para hoy, nuestro día después. Cada una de nuestras decisiones tiene un coste, seamos físicos nucleares, científicos climáticos o víctimas de una amnésica noche loca. O votantes en una democracia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios