Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Tintín y las paparruchas

En tiempos de 'fake news', su imagen de periodista honrado y su interés por la verdad debieran servir de referente

Tintín, el joven reportero de bombacho y tupé ha cumplido noventa esplendorosos años. Y parece que el tiempo no ha pasado por él desde que apareció en Le Petit Vingtième, el suplemento infantil del diario católico belga Le Vingtième Siècle. Tintín y su inseparable Milú -héroe de todos los perezosos del mundo-, visitaron la Rusia de los Soviets aquel 1929 de infausto recuerdo. Era la época del Plus Ultra y de Lindbergh; del colonialismo, la revolución y los totalitarismos; y del miedo al porvenir. Y también, de exquisitos corresponsales e intrépidos cronistas que llevaban hasta el último cafetín las noticias, en vivísimos reportajes, de aquellos convulsos días. Un año antes, Palle Huld, un quinceañero y pelirrojo boy scout danés había dado la vuelta al mundo en cuarenta y cuatro días para conmemorar el centenario de Julio Verne, al ganar un sorteo del diario Politiken. Así que Hergé pensaría: ¿Quién mejor que un reportero?

Tintín viaja por los cinco continentes. Incluso pisa la Luna antes que Armstrong. ¿Cómo no iba a gustarnos a niños y mayores? Se le puede acusar de defender el colonialismo en el Congo -algo propio de la época-, pero también denuncia la esclavitud en "Stock de coque", simpatiza con el Tíbet ocupado por la China de Mao y denuncia todas las dictaduras. Musstler, el tirano bordurio, es la contracción de Mussolini y Hitler. Pero todo eso lo aprendimos de mayores. De niños, lo que nos gustaba era insultar con los improperios imposibles aprendidos del capitán Haddock: ornitorrinco, bachibuzuc, antropófago, anacoluto y, sobre todo, con aquel ¡especie de logaritmo! dirigido al despistado profesor Tornasol. Y reírnos de las arias de la Castafiore hasta que descubrimos que además de Florence Foster-Jenkins, también existía la divina Callas.

Tintín es un personaje admirable, valiente y animoso que defiende a los débiles y socorre a los desposeídos de la Tierra. En estos tiempos de fake news -las paparruchas de toda la vida- su imagen de periodista honrado, y su interés detectivesco por descubrir la verdad, debieran ser un referente para tantos gacetilleros, juntaletras, youtubers, tuiteros y feisbuqueros que en su egolatría se creen periodistas, pero solo son meros propagandistas y publicistas, demasiado zafios además, de ideologías e intereses espurios. ¡Ojalá Hernández y Fernández detuvieran a esos cretinos del Himalaya y los encerraran en las mazmorras de Moulinsart!

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