Trapani

De la provincia italiana, según Butler, era la princesa Nausícaa, supuesta émula de Homero

La noticia de la detención del mafioso, último al parecer del mitificado clan de los Corleone, que en la realidad designa a una vulgar e implacable cofradía de asesinos, contiene en la letra pequeña una alusión a la hermosa provincia de Trapani, en el extremo occidental de la isla que los griegos llamaron Trinacria, o sea la de las tres puntas, donde nació y ha vivido escondido durante décadas el siniestro capo di tutti capi, con la probable complicidad de los paisanos y de funcionarios corrompidos o interesados en su discreta supervivencia. Nos la envía, con un guiño de complicidad, el querido Alberto Marina Castillo, brillante prologuista de La autora de la Odisea, el recién recuperado ensayo, originalmente publicado a finales del siglo antepasado y comentado en estas mismas páginas por el gran Manuel Gregorio, donde Samuel Butler argumentó su osada y pintoresca tesis sobre la autoría femenina del segundo de los poemas atribuidos a Homero, impecablemente traducido por nuestro Miguel Cisneros Perales, experto en la obra de Bernard Shaw que fue, entre otras muchas cosas, un convencido admirador de Butler, uno de esos maravillosos excéntricos que han dado fama universal a las letras británicas. No siempre se recuerda que tanto Sicilia como el sur de la península transalpina, la llamada Magna Grecia, estuvieron durante siglos bajo la órbita política y cultural del vecino mediterráneo, antes de que la pujante Roma impusiera su predominio en el viejo solar de Italia. Todavía hoy, lo siguen pregonando los préstamos lingüísticos y los nombres inequívocamente griegos de ciudades como Selinunte, Agrigento, Taormina o Siracusa. De Trapani, según Butler, era la princesa Nausícaa, supuesta émula de Homero, que recoge al náufrago Odiseo en una de las escenas más encantadoras del poema, cuando el héroe errante, arrojado a las playas de la isla, se presenta desnudo ante la joven y sus doncellas. Para demostrar sus conjeturas, que según confiesa él mismo nacieron tras la lectura del famoso episodio de Circe, el audaz estudioso victoriano recorrió la isla y creyó identificar algunos de los lugares odiseicos, como la presunta "cueva de Polifemo" frente a la que aparece en una fotografía que no permite ver bien su rostro, seguramente sonriente. Entre otras curiosas y bienhumoradas noticias, cuenta Marina que un amigo siciliano, ex combatiente en las filas de Garibaldi, le decía por carta a Butler que después de sus correrías el nombre de la pretendida autora de la Odisea se había convertido en una palabra muy familiar para los lugareños, que "cuando ven llegar a una chica bonita", exclaman admirados: "Aquí viene una Nausícaa".

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