'Universitates electiones'

La UGR sigue siendo la mejor y mayor de esta tierra al sur de Europa, por mucho que a los capitalinos del sur les pese

Andalucía cuenta con, al menos, una universidad por provincia, en buena parte por el capricho de ciertos dirigentes que entendían, allá por finales de los años ochenta del pasado siglo, que su pequeño reino de taifas no podía estar sin universidad. De modo que lo universal debía quedar reducido, cual cabeza de jíbaro, a la provincia donde terminarían jubilándose y dando nombre a un estadio, un aula o una rotonda.

Al paso de muy pocos años, los problemas de gestión que suponía tener campus a dos horas de carretera, parecen ya irrisorios cuando las tecnologías te permiten estar sin estar, incluso cuando las clases se entienden deben ser presenciales o puede que no. El caso es que la Universidad de Granada, a pesar de sufrir la perdida de dos campus, sigue siendo la mejor y mayor Universidad de esta tierra al sur de Europa, por mucho que a los capitalinos del sur les pese, y si no es más grande y mejor, en alguna cifra, es porque se empeñan en no financiarla adecuadamente. Y en todo caso somos tan únicos y excepcionales que estamos en dos continentes, gracias a los campus de las hermanas ciudades de Ceuta y Melilla.

No estimo en ganar amigos recordando estas cosas pasadas; pero ahora, mirando al futuro y con una nueva ley de universidades, corresponde trabajar duro y entender que la Universidad se enfrenta al reto de adecuar sus estructuras a la nueva ley aprobada hace un par de meses. El gobierno de Rajoy no quiso entrar en una reforma necesaria y estando más o menos de acuerdo con ciertos aspectos de la norma ahora aprobada, lo cierto es que al menos el gobierno actual ha decidido hacer la reforma. Un cambio que no ha dejado satisfecho a todos sus socios; señalando lo casi imposible que parecer ser actualizar una institución con tantos siglos de historia. De satisfacer a todos creo se hubiera alcanzado la imposible cuadratura del círculo.

En la nueva ley se da un solo periodo de seis años de mandato a la figura del rector o rectora, de modo que en la UGR, en las próximas elecciones del 16 de mayo, el electo tendrá una ardua tarea y se quedará a las puertas del quinto centenario de la institución. Suele acusarse a la institución universitaria de cierto inmovilismo, de casi no cambiar nada, pero no voy a ocultar que prefiero la continua experiencia contrastada para quién tenga que llevar a puerto las reformas que se avengan, aunque sean pocas e inciertas. Vale.

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