Acta non verba

Curro Ledesma

rfledesma@economistas.org

Vergüenza torera

"Salvador empezó la lidia hace ya unas cuantas semanas, una tarea arriesgada no por valentía, sino por miedo a perder el bastón"

Dos Corpus sin toros en la Monumental Frascuelo y dos años de Luis Salvador, el camaleónico de Esparta, en la plaza del Carmen. Dos plazas y dos años de duras embestidas, con ríos de tinta que han dejado como telón de fondo una situación sin precedentes que presagia una nueva serie sísmica en la Casa Bailía tras el terremoto de 2016. Aquel terremoto que llevó a la alcaldía al socialista Paco Cuenca con el apoyo de los cuatro de Ciudadanos, IU y Vamos Granada, la lista afín de Podemos. A Salvador, por aquel entonces, no le bastó con las dimisiones de Pepe Torres, Sebastián Pérez e Isabel Nieto para que el PP siguiera gobernando la capital con sus once concejales.

Casualidades de la vida, hoy hace exactamente un año que nos comunicaban que retiraban nuestros cargos y, por ende, nuestras imputaciones y absolución en el caso Serrallo después de cuatro años en el disparadero. Si algunos partidos de la izquierda no se hubieran anticipado a la justicia para sacar un infame rédito político, el PP podría haber seguido gobernando, con mayor o menor acierto, pero sí con la estabilidad que se merece una ciudad como la nuestra donde todo es posible menos lo imposible.

Desde siempre ha habido toreros a lo que les ha entrado el miedo justo antes de salir al coso, quedando marcados para el resto de sus vidas como cobardes si no se atrevían a salir. El miedo a esa vergüenza torera suele ser mayor que el miedo al toro y es lo que les da las fuerzas para torear. Salvador empezó la lidia hace ya unas cuantas semanas, una tarea arriesgada no por valentía, sino por miedo a perder el bastón. Hacer leña del árbol caído no es merecedor de personas de bien por mucho que primen, para algunos, los intereses partidistas.

Por experiencia, los toros se ven mejor desde la barrera, pero como buen aficionado les mentiría si no les confesara que ganas me han entrado de echar un capote. Siento vergüenza ajena por la forma en que se producen y gestionan determinados sucesos. Granada es lo primero. Granada está por encima de siglas y no se merece este desgobierno. ¿Le devolverá Luis Salvador el bastón a Paco Cuenca? ¿Éste era el verdadero pacto 2+2? ¿Quién gritará "Órdago a la grande"? Por el bien y nuestro futuro, esperemos que sea Granada la que gane y no los egocentrismos. Hechos, no palabras.

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