Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
El acoso sufrido por Sandra Peña de manera continua en su colegio (el colegio irlandesas Loreto), condicionó el suicidio de esta adolescente en Sevilla hace poco días. El impacto social de este desgraciado acontecimiento, debería golpear muchas conciencias y por supuesto, conllevar también la exigencia de responsabilidades de todo tipo.
Es inadmisible que el acoso escolar sea una realidad frente a la que no se actúe de manera determinante y efectiva como parece haber sucedido en el caso de este colegio y que ha condicionado el suicidio de Sandra. Y es inadmisible que casos como este puedan estar ocurriendo en la actualidad en nuestras instituciones educativas.
En este caso, volvemos la mirada hacia quienes ostentan la dirección del colegio irlandesas Loreto, hacia el profesorado de Sandra, hacia su grupo de compañeras y compañeros, hacia las autoridades educativas de la Junta de Andalucía, hacia las familias de las alumnas que acosaban a Sandra y hacia la familia de Sandra.
En alguno de esos ámbitos, hay un espacio de exigencia de responsabilidades incluso de carácter penal y, en todos, hay espacio de análisis para aprender y definir mejores mecanismos que puedan condicionar que nunca más ocurran hechos similares.
La familia de Sandra es víctima de este acoso escolar y, a pesar de ello, cabe pensar que se preguntarán si podrían haber hecho algo más de lo que hicieron para haber evitado este sufrimiento y posterior suicidio de su hija. Pero no nos engañemos: ellos son víctimas de la inacción de otros y otras.
La dirección del centro, los responsables educativos, la Junta de Andalucía, las familias de las compañeras que acosaron a Sandra o las propias adolescentes que ejercieron el acoso tienen la responsabilidad de este desgraciado suceso.
Además de la exigencia de responsabilidades, debemos aspirar a extraer enseñanzas para asegurar la aplicación de los protocolos preventivos y sobre todo mejorar las actuaciones ( en especial la educación en valores), sobre todos los ámbitos implicados para ganar el desafío de prevenir y eliminar el acoso de nuestras aulas. Desde aquí, un abrazo cariñoso a la familia de Sandra.
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