Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Que el sur nuestro alcanzó unos niveles de Sanidad Pública inimaginables era un hecho que, vía ideología descerebrada, se está desbaratando y haciendo que todos perdamos.
Es una de las lacras de la política este perder beneficios generales porque llegan cuatro iluminados con más ideas que sentido y te desmontan logros que costaron décadas o si me apuran siglos alcanzar. Léase esa insana ansia privatizadora que acaba trasladando las colas y las saturaciones del clínico de siempre a los pasillos de los hospitales antes solo para pijos y ahora un mal aliviadero de una sanidad pública saturada no, lo siguiente. Sí. Léase también la Inmaculada de Sanitas o el nuevo hospital de lujo-’privé’ de la subida a la Alhambra.
Y da rabia. Porque ya te quitan del salario y de las facturas un buen pico para precisamente esa salud pública que, de ser la envidia hasta de los británicos -que ya es-, a este paso, hasta los ingleses mismos se irían a la consulta de pago con tal de evitarse esas horas sin fin de, por ejemplo, las urgencias del ‘Ruiz de Alda’ (sí, vale, el Virgen de las Nieves) y no te digo ya del peligro de quedarte en cualquier pasillo olvidado en tu silla de ruedas en ese páramo de la atención ‘urgente’ que es ese campo árido-médico del PTS.
Tuvo que inmolarse el médico Candel-mártir en Granada para que tuviéramos dos hospitales y que ahora ninguno siquiera valga.
Ni uno ni otro se libran de las agresiones de los familiares a los sufridos facultativos cuando ven, en algunos casos, cómo sus seres queridos pueden esperar la llegada de la asistencia o de la muerte misma mientras escuchan de fondo a los celadores en animada charla sobre el correturno, los puentes o las libranzas.
Deshumaniza acercarse a ese mundo en derribo donde la opción privada sólo introduce clasismo y codicia por sacarte los cuartos antes de que la palmes. La vocación que se les presume a los profesionales del ramo se va inevitablemente diluyendo y tornando un cálculo de trienios y opciones de traslado para pagar si acaso la cuota de la hipoteca, si alcanza y si hay plaza.
Devaluada así la sanidad pública, la bonanza innegable de Andalucía hace tantas aguas por este flanco como por los sucesos constantes de un AVE del que pronto los pasajeros se bajarán para ir andando y así ir más seguros y algo más rápido.
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